A Graciela le molestaba que
yo le diera la espalda cuando dormíamos. Pero yo dormía más cómodo en esa
posición. Nunca llegamos a ponernos de acuerdo respecto a este particular. Es
decir, yo siempre dormí como me resultaba más cómodo y ella siempre me lo
reprochó.
Le parecía poco romántico, poco
afectivo de mi parte.
—¿No podés abrazarme? —demandaba.
—Me es incómodo —decía yo—. No voy
a poder dormir.
—Qué egoísta que sos… —decía ella.
—¡No soy egoísta! —me quejaba—.
¡No voy a poder dormir!
Y ella me hacía el muro del
silencio.
Yo esperaba un rato, me daba
vuelta y me dormía.
Pero esto no terminaba ahí. Una vez que yo conciliaba el sueño, ella comenzaba a hablarme de nuevo.
Pero esto no terminaba ahí. Una vez que yo conciliaba el sueño, ella comenzaba a hablarme de nuevo.
Si señor: así como lo leen.
¿Cómo lo sé?
Porque de a ratos eso me
despertaba. Y me dejaba en ese estado intermedio entre el sueño y la vigilia. Y
en ese estado sentía su letanía, monótona y lastimera, como un mantra repetido
hasta el hartazgo.
—Date vuelta… Dale… Por favor…
Guillermo… Guillermo… Dale, date vuelta… Guille… Por favor… Dale… Date vuelta…
Por favor…
Presumo que en algunas ocasiones
seguía así durante horas, porque llegaba a despertarme hasta tres o cuatro
veces a lo largo de la noche.
¿Por qué hacía esto?
Creo que pretendía comunicarse con
mi inconsciente, para lograr su objetivo. Una suerte de hipnosis.
Pero sus intentos eran vanos.
¿Qué hacía yo relacionándome con
una persona así?
Bueno, ya saben: loca ella, loco
yo, corriendo en pelotas por Avenida Corrientes, con un melón en la cabeza y
una banderita de taxi libre clavada en el orto. Looocooo, looocooo,
tatá-tatá-tararará… ¡Vení! ¡Volá! ¡Vení! ¡Volá!…
¿En qué estaba?
Ah, sí…
Una de esas noches en que Graciela
me hablaba, hablaba y hablaba, terminó infiltrándose en mi sueño.
La escena, igual a la del mundo
real. Excepto por el detalle de que, en el sueño, la luz está encendida.
Graciela, apoyada en un codo, se inclina sobre mí. Me habla, me habla, me
habla… Y en eso, saca de entre las sábanas un cuchillo. Grandote, de cocina. Se
dispone a asestarme un golpe mortal entre los omóplatos.
Reacciono.
Me apoyo sobre la mano derecha. De
un solo movimiento, alzo mi torso y giro. Le estampo la mano izquierda,
abierta, en el medio de la cara. Acto seguido, me desplomo sobre la cama, otra
vez de espaldas a ella.
En ese momento, me doy cuenta de
que estoy despierto. Y de que el cachetazo que acabo de dar fue real. Me quedo
quieto, los ojos abiertos como platos, clavados en la pared. Por unos segundos,
ella permanece muda. Después susurra:
—Guillermo… ¿Estás despierto?
No contesto. Cierro los ojos. Ella
no insiste.
Cuando logro aquietarme, caigo en
un sopor profundo. El resto de la noche transcurre en un silencio absoluto.
Al otro día, Graciela no mencionó
el incidente. Esa misma tarde, fue de visita a lo de Claudio y su novia.
A ellos sí les habló al respecto.
Les dijo que yo era un psicópata.
Nunca más volvió
a hablarme durante el sueño.
Solo quería un abrazo!
ResponderEliminarElla le hablaba a tu inconsciente y tu inconsciente le contestó.
ResponderEliminarUn amigo mio sostiene que el psicoanálisis no sirve porque el inconsciente está lleno de pelotudeces peligrosas y es mejor dejarlo tranquilo. Esto es un argumento a favor de su teoría...
ResponderEliminarMe encantan dos cosas de ese blog: una es la blasfemia, ya lo dije; la otra que no tenés drama en desnudar el patetismo de la intimidad que tenemos todos, sin vueltas, sin barroquismos de estilo. Historias como esta inevitablemente me retrotraen a momentos propios de mi vida, a relaciones enfermas que uno también ha cultivado y que, por pudor o para no herir susceptibilidades, no cuenta sino de manera subrepticia, haciendo uso de las trampas del lenguaje.
Con sinceridad, admiro tu manera de narrarte a vos mismo.
Cambio mi voto de Dios a Graciela, a dios no se lo puede culpar de las cosas que hace, como su voluntad es "divina", es como un niño, inocente. Mi ex pareja en cambio es boluda así nomas... eeeeh, quise decir Graciela...
Yo por ahí pienso que estoy un poco loca y que debo ser un poco secamente para los pobres hombres que deciden tener una relación sentimental conmigo...
ResponderEliminarY después vengo acá y leo las cosas que hace la mujer esta y realmente me siento muy bien por mí! Que agradezcan que soy tan buena gente y tan cuerda y lógica y centrada!!!!
By the way... yo tenía un ex, tocayo tuyo, que me hinchaba las bolas con lo mismo... que cómo vas a dormir siempre dándome la espalda, que pum, que pam... qué rompe pelotas por diorrrrrr!
Estaba la luz encendida en el momento del cachetazo? Porque eso abriría la posibilidad de que todo fuera parte del sueño.....inclusive lo que le comentó a Claudio. Y así hasta hoy.
ResponderEliminarMe he vuelto demasiado detallista y eso me lleva a veces a ver sueños donde hay realidades.
Me gustó como siempre que se despelleje en público.
Un abrazo!
No sé si te acordarás. Hace algunos años promocionaban un curso de inglés, con el que se suponía que aprendías mientras dormías.
ResponderEliminarMe picó la curiosidad y lo busqué, todavía existe -no se gastaron mucho con el nombre- se llama "Aprende inglés mientras duermes"
Yo me imagino que Graciela alguna vez vio la publicidad de ese curso, y se le ocurrió aplicar el mismo método con vos. (No sería tan raro, a veces los locos razonamos de esa manera)
Es una pena que no recuerdes el contenido del mensaje de Graciela. ¿Qué habrá querido dejar en tu inconsciente? ¿Lo habrá logrado?
Si, el documental es de Richard Dawkins, creo que todavía está en Youtube. Altamente recomendable, sin desperdicio.
Abrazo!
Ay esta Graciela cada día me cae peor.
ResponderEliminarmira lo que le paso Barreda por no tirar un cachetaso a tiempo.capaz que en el próximo sueño la ajusticiabas acogotandola, así que el manporro vino justito
ResponderEliminarsaludos y abrazos
Mi paso por la docencia rionegrina fue tan fugaz porque me negué a disciplinar. Ahora, la vida me pone en la circunstancia de convivir con un cachorro de waimaraner (hasta el domingo) que pordríamos definir como demandante, por no usar palabras feas ya que es más bueno que Lassie. El asunto es que intenté domesticarlo con abrazos y concesiones, pensando que respondería mejor que los niños, y fue en vano. No encontré el camino hasta que no le dí con una caña hueca en el lomo. Ahora hay que ver cómo entiende, ya no necesito ni pegarle... es sólo mostrarle el instrumento.
ResponderEliminarLamentablemente para los idealistas y poetas, la disciplina impartida a través de la violencia se muestra, si no el método más adecuado, por lo menos eficiente.
Banzai!
Correctivo que le dicen, a veces se hace necesario. Por lo menos sirvió para algo, podemos decír que no fue violencia gratuita.
ResponderEliminar(?)
sonàmbulo vos
ResponderEliminarno es que duerma, estoy intentando el silencio (creo).
un abrazo grande.
Santiago Cesar: ¡Y yo sólo quería dormir!
ResponderEliminarHugo: Jajaja. ¡Es verdad!
Mateo: «El inconsciente está lleno de pelotudeces peligrosas y es mejor dejarlo tranquilo.» Qué buena frase.
¡Gracias por el elogio! Me ha llegado mucho.
Y me alegro de que lo que escribo te toque.
Gracias.
Dana Eva: ¿Viste? ¡Gracias a gente como Graciela, uno puede sentirse mejor con uno mismo! Es un gran servicio el que prestan a la humanidad.
¿Y al tal Guillermo no lo fajaste?
Dany: Uh, ¿un sueño desde aquel entonces hasta ahora? ¿Vos decís que si despierto en este momento me encontraré acostado a su lado?
Shhh... No hagan ruido, por favor.
¡Abrazo y gracias por pasar!
Dan: Oh, pero sí recuerdo el contenido del mensaje de Graciela. Era ese: «Date vuelta… Dale… Por favor… Guillermo… Guillermo… Dale, date vuelta… Guille… Por favor…». Y así, para siempre.
Si me hubiese enseñado inglés, tal vez le hubiese resultado más.
Apuntada la recomendación del documental de Richard Dawkins.
¡Abrazo y gracias por pasar!
Karina: ¡¿Qué tiene que hacer para que la perdones?!
José Gabriel: A ver si la próxima me despertaba armado con un rifle, ¿no?
¡Abrazo y gracias por pasar!
Alejandro Cossavella: En algún lugar leí hace tiempo que el término linchar deriva del apellido Lynch, por un tal Charles Lynch, juez estadounidense del siglo XVIII.
Parece que este tipo dijo una vez algo así como:
«Tratar de regenerar a un hombre es una tarea ardua y de dudosa eficacia. Colgarlo es cuestión de minutos.»
Nachox: Fue eficaz, totalmente de acuerdo: seamos pragmáticos.
ma: ¡Gracias por pasar!
Espero leerte pronto.
Abrazo grande para vos.
Me llama la atención que ella les diga a los demás que sos un psicópata (sin mencionarte lo ocurrido) y no lo piense de ella misma, después de horas y tal vez días de insistirte que te des vuelta y le hagas cucharita (que es una forma muy cómoda y cálida de dormir en invierno). Igual tu terapia fue efectiva...
ResponderEliminarAltamente efectiva.
Eliminar