No recuerdo qué hice ese día, después del beso de Graciela. No
recuerdo si hicimos algo con Claudio o volví enseguida a mi casa. No
recuerdo si hablé con Graciela del asunto en ese momento o unos días más tarde.
—Uno puede subirse, viajar un rato y bajarse cuando quiera —me dijo.
Me ofrecía algo informal. Ya me conocía lo suficiente como para saber
que si yo me sentía sujeto, iba a huir de inmediato. De modo que su estrategia
era esa: hacerme creer que, en todo momento, la puerta estaría abierta. Que
sólo bastaba con tocar el timbre.
Sí recuerdo que la vez siguiente que nos vimos, fuimos de nuevo al
Parque Centenario. Ella quería rehacer la experiencia desagradable que había tenido conmigo en ese lugar. Así lo expresó. Como si volviésemos la cinta
atrás, nos sentamos en el mismo banco que en aquella ocasión. Y ahí, ella
modificó el pasado. Borró el recuerdo feo y torció el destino. Esta vez, yo le
decía sí. Esta vez, mi cuerpo le daba
la bienvenida.
Se sentó mirando hacia el lago artificial. Me pidió que me sentara al
revés, mirando hacia el otro lado. Dijo que así sería más cómodo. Transamos. Me
habló de tener sexo. Le conté de mi fimosis. Creyó que le mentía para no
coger con ella. Finalmente, se convenció de que decía la verdad. Para esa
época, yo ya había tomado la determinación de operarme. Ya me había visto
un urólogo y me había derivado a otro para tener una segunda opinión. Tenía
turno para unos días después. Le conté todo eso.
A la semana siguiente, viajó a Ushuaia, a visitar a Roxana y a Jennifer. Se quedó una quincena. Día por medio, me llamaba al laburo para
saludarme. Comencé a escuchar las campanas de Hellraiser.
Esta mina no tiene tanta guita
como para darse el lujo de llamarme larga distancia tan seguido, me dije. «Algo informal» las bolas. Esta mina se está
enganchando en serio.
Me di cuenta
de que no sería tan fácil bajar del colectivo. Realmente, el viaje no duraría
mucho. Pero iba a tener que arrojarme del vehículo en movimiento.
hasta que no leí el final no me di cuenta de por que cazo pusiste la foto de esa película de mierda.
ResponderEliminarMuchas veces la otra persona tiene una inmensa fe en sus posibilidades de quebrar la resistencia. Esperanza de que uno se interne demasiado y luego ya sea imposible dar marcha atrás. Y no está mal eh, esa táctica da resultado con muchísima frecuencia. Es, ni más ni menos, una de las tantas formas en las que el amor nace y se consolida. Hay otras más poéticas, más a flor de piel, pero no todo en la vida es vértigo.
ResponderEliminarUn saludo.
Y... como que si alguien te llama día de por medio... al trabajo... sólo para saludar... como que mucho no importa desde dónde te llama.... muy informal que digamos no es...
ResponderEliminarDigo...
Besote!
¿Y miraste atrás al bajar...!? (¡Hola! Hacía bastante que no pasaba por acá)
ResponderEliminarTarde o temprano una de las partes se termina enganchando mal.
ResponderEliminarAl parecer la señora iba bastante acelerada y sin frenos hacia eso.
Volví atrás por lo de la fimosis...y pensaba en cuantas cosas a veces pueden hacer mal los "adultos a cargo".
ResponderEliminarMe recuerda a alguien que conversando daba ese aire de proponer algo informal......"para ir viendo" y al poco tiempo hacía planteos de abandono por que se me ocurría ir a jugar al futbol.
Un abrazo!
Holaaaaaaaaa Guillermo!
ResponderEliminarbueno como estaba Gracielita!!
ay, ay,
veterana insistente no?
Una vez, cuando era chico, me bajé del colectivo en movimiento, salté a propósito apenas empezó a frenar. Me pegué un porrazo de aquellos, me raspé la rodilla y se me hizo un agujero en el pantalón. La rodilla cicatrizó rápido, el agujero del pantalón quedó para siempre.
ResponderEliminarJosé Gabriel: ¿Cómo vas a hablar así de un clásico del cine del siglo pasado?
ResponderEliminar¡Hágasete la boca a un lado!
Yoni Bigud: Tu comentario me ha gustado mucho, pero me genera escalofríos tu idea del amor, jajaja. Tiene mucho de control y de ejercicio de poder sobre el otro.
¿Sabés qué?
Una parte mía cree que todo amor tiene algo de eso.
Otra parte, espiritual, romántica incurable, cree que hay algunas excepciones a esta regla.
Abrazo y gracias por pasar.
Dana Eva: ¿Vos decís?
Mmmmhhh...
¡Besototote y gracias por pasar!
Lunática: En cierto sentido, sí. Me arrojé del vehículo y rodé por el pavimento. Miré atrás, arriba, adelante, abajo. Así, alternadamente y a toda velocidad.
¡Sí, hacía mucho que no pasabas por acá!
¡Me alegro de que hayas vuelto!
Siempre es un gusto leerte.
Abrazo y gracias por pasar.
Hugo: Así es.
Abrazo y gracias por pasar.
Dany: Te ibas a jugar al fútbol y no le dabas pelota.
Karina: ¿Viste? Era como Terminator.
¡Abrazo y gracias por pasar!
Señor Potoca: Jajaja. A mí me pasó una vez, también. Me puse a rodar al lado del colectivo. Creo que el agujero del pantalón tampoco cicatrizó.
Abrazo y gracias por pasar.