domingo, 30 de junio de 2013

PALABRA DE DIOS: SANSÓN

Jueces, capítulo 1 al 15.


Moisés, y más tarde Josué, habían tenido a los hebreos más o menos controlados. Luego de la muerte de Josué, medio que todo se va a la mierda. A lo largo del libro de los Jueces veremos distintos jueces, justamente, que lograrán encaminar al pueblo, alternando con períodos en los que el pueblo se descontrola y hace lo que es malo a los ojos de Dios. Esto es, básicamente, fornicar y adorar a otros dioses, ambas cosas a menudo relacionadas ya que las orgías formaban parte de los rituales de otros pueblos.

El texto nos quiere hacer creer que cada vez que al pueblo hebreo le iba mal era porque se había alejado de los estatutos de Jehová, y cada vez que le iba bien era porque los respetaba. (1) Este pensamiento mágico fue llevado al extremo por el rabino rumano Joel Teitelbaum, cuando en los años 50 declaró que el Holocausto había sido un castigo divino. Probablemente, haya visto a los alemanes en esos hombres fieros de rostro y de lengua extraña con que Jehová amenaza a los hebreos en Deuteronomio. (2) Afortunadamente, los dichos de Teitelbaum fueron repudiados por la mayoría de los judíos.

Hasta que aparece Sansón, el libro de los Jueces es casi tan aburrido como el de Josué, de modo que otra vez apretaré la tecla de avance rápido. Sólo destacaré algunas cositas que me gustan.

En el capítulo cuatro, mientras un tipo duerme, una mina lo clava al piso atravesándole las sienes con una estaca. Esto es bueno a los ojos de Dios porque el tipo es un cananeo. (3)

En el capítulo siete, un hombre sueña con una torta gigante que rueda por un campamento volcando las tiendas. (4)

En el capítulo once, Jefté jura a Jehová que si entrega a los amonitas en su mano, sacrificará en su honor lo primero que se cruce al volver a casa.

Jefté gana esa batalla.

De regreso a casa, lo primero que se cruza es a su hija. (5)

Finalmente, en el capítulo trece nace Sansón. (6)

Hijo de una mujer estéril a la que se le apareció un ángel —después de que se la empomara el marido, que se entienda: no fue como con Jesusito, aquí el ángel sólo ofició de fertilizador—, Sansón era una mezcla de Obelix y el Increíble Hulk: inocente, calentón y de fuerza sobrehumana.

Pasó el tiempo, Sansón creció y se enamoró de una filistea.

Tomádmela por mujer —pidió a sus padres.

—¿Tantas minas hay en nuestro pueblo y vos te querés meter con la hija de uno de esos incircuncisos? —dijeron ellos. (7)

Pero el deseo de Sansón procedía de Jehová, por cuanto buscaba ocasión contra los filisteos. Así que fue imposible quitarle a Sansón la idea de la cabeza.

Camino a pedir la mano de la filistea, un león salió rugiendo al encuentro de Sansón. Entonces le arrebató el Espíritu de Jehová, de modo que despedazó al león como hubiera despedazado a un cabrito, y nada tenía el su mano.

Y volviendo después de algún tiempo para tomar a la mujer como esposa, se apartó del camino para ver el cuerpo del león. Y he aquí una colmena de abejas dentro del cuerpo del león, y miel.

Y apoderándose de ella, siguió andando y comiendo hasta que alcanzó a su padre y a su madre, a quienes dio de ella; y ellos comieron.

Sansón, pues, se casó con la filistea, y para festejarlo organizó un banquete de siete días. Y en medio de ese banquete, propuso un enigma a treinta filisteos que lo rodeaban.

—Si me diereis la respuesta dentro de los siete días del banquete —les dijo—, entonces yo os daré treinta camisas. Mas si no pudiereis declarármelo, entonces vosotros me daréis a mí las treinta camisas.

A lo que ellos contestaron:

—Di tu enigma para que lo oigamos.

Del devorador salió comida —dijo Sansón—, y del fiero salió dulzura.

Y los filisteos no encontraron respuesta.

Así sucedió que al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón:

Engaña a tu marido para que nos declare el enigma. De otra manera, te quemaremos a ti y a la casa de tu padre a fuego. ¿Para robarnos nos habéis convidado?

Tanto acosó la mujer a Sansón —y no por la amenaza: ya venía haciéndolo desde el comienzo del asunto del acertijo, sólo por curiosidad— que finalmente logró que él le diera la respuesta, y la transmitió a los filisteos.

Y antes de que se pusiera el sol del séptimo día, ellos dijeron a Sansón:

¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Ni quién más fiero que el león?

Sansón cazó al vuelo lo que había sucedido.

Si no hubierais arado con mi novilla, no habríais descubierto mi enigma —les dijo. Y preso de furia, bajó a la ciudad vecina de Ascalón, mató a treinta tipos, despojó los cadáveres y con sus camisas pagó la apuesta. (8)

Luego de esto, se fue a lo de sus padres.

Ahí se quedó por un tiempo, hasta la época de la siega del trigo. Entonces, un día volvió a lo de la filistea, con un cabrito al hombro, pa la cena. Cuántos hombres hay como este, ¿no? Discuten con la mina, matan treinta tipos y vuelven como si nada. ¡Hola, amor! ¡Poné la mesa que traigo una cabra! Pero se encontró con que el padre no le permitía entrar.

—¿Qué hacés, pibe? No, como desapareciste yo pensé que la habías aborrecido. Se la di a otro flaco. Si te interesa, tengo libre a la más chica. (9)

Otra vez, Sansón se agarró una calentura padre. Y ya vimos que en esos casos no se andaba con chiquitas. Capturó trescientos chacales, los ató cola con cola, y entre cada dos colas puso una antorcha. Después, encendió fuego las antorchas y soltó a los chacales en los campos de trigo de los filisteos, provocando un incendio de la puta madre. (10)

Cuando los filisteos se enteraron de quién había hecho esto, y de por qué lo había hecho, quemaron vivos a la filistea y a su padre. (11)

A pesar de ser el culpable de que esto sucediera, Sansón juró vengarse de los asesinos. Y así lo hizo: los mató a todos y fue a refugiarse en una hendidura del peñón de Etam, que era una tienda de ropa femenina que en los 80 tenía un jingle muy pegadizo. (12)

Como suele suceder en estos casos, los filisteos decidieron vengarse de quien se había vengado de que ellos se vengaran de que él se hubiera vengado de lo que ellos le habían hecho. (13) Ya saben: el odio engendra más odio y no hay que combatir fuego con fuego.

Subieron, pues, los filisteos a Judá. Allí acamparon e informaron a los hombres del lugar que buscaban a Sansón.

Los hombres de Judá descendieron a la hendidura del peñón de Etam (14) y dijeron a Sansón:

—Mirá, loco: nosotros no queremos tener bardo. Así que vinimos a atarte para entregarte a los filisteos.

—Júrenme que no me van a matar ustedes —les pidió Sansón.

—Lo juramos —dijeron ellos.

—O.K. —dijo él, y se dejó amarrar. (15)

Cuando venía subiendo del peñón, los filisteos lo vieron, y alzando un grito corrieron a su encuentro.

Y arrebatóle el Espíritu de Jehová, de modo que las sogas que estaban sobre sus brazos vinieron a ser como el lino que ha sido quemado a fuego; así se deshicieron las ligaduras de sobre sus manos.

Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió su mano y la tomó, e hirió con ella a mil hombres.

Tan contento estaba después de esta proeza que se puso a cantar:

¡Con la quijada de un asno, montones sobre montones! ¡Con la quijada de un asno he matado a mil hombres! (16)


(1) Jueces 2:11-19
(2) Deuteronomio 28:49, 50
(3) Jueces 4:21, 23
(4) Jueces 7:13
(5) Jueces 11:30-40
(6) Semejante al sol.
(7) Jueces 14:3
(8) Jueces 14:19
(9) Jueces 15:2
(10) Jueces 15:4, 5
(11) Jueces 15:6
(12) Vamos a Etam. Vamos vamos vamos a Etam. Vamos a la moda, porque la moda es Etam.
(13) Tuve que hacer un croquis para escribir esta frase. Pueden comprobar que es correcta.
(14) Vamos a Etam. Vamos vamos vamos a Etam. Vamos a la moda, porque la moda es Etam. Esto es muy pegadizo.
(15) Jueces 15:11-13
(16) Jueces 15:16

Nota extra: Acabo de enterarme de que Etam significa guarida de bestias salvajes. ¡¿Quién pondría ese nombre a una tienda de ropa para mujeres?! Evidentemente, un misógino.

domingo, 16 de junio de 2013

UN POCO DE PREHISTORIA

Una tarde, cuando tenía ocho años, Ulises salió a joder por el barrio de San Martín. Se juntó con un amiguito, habitual compañero de andanzas, y se colaron en un tren. No era la primera vez que lo hacían; pero en esta ocasión, al terminar el recorrido, se subieron a otro. Y luego de este, a otro más. Cuestión que, al caer el sol, terminaron en la provincia de Córdoba.

Allí pasaron una semanita encerrados en un instituto de menores, hasta que la denuncia de que habían desaparecido dos niños en Buenos Aires y la denuncia de que habían aparecido dos niños en Córdoba, finalmente, se encontraron.

Lo que más rememora Ulises de esas vacaciones son las duchas frías a las que lo sometían cuando juzgaban que se portaba mal. Se las aplicaban en un cuarto equipado a tal fin: varias duchas estaban dispuestas de tal modo que no había lugar en el que uno pudiera escapar a ellas. Lo que hoy día se llama ducha escocesa, algunos hoteles alojamiento ofrecen este agradable servicio a sus clientes.

Otra cosa que recuerda es que, en el tren camino a Córdoba, unos señores se pusieron a conversar con ellos y a su amiguito le bajaron los pantalones y lo manosearon. Según me dice, a él no le hicieron nada. Solo toquetearon a su amigo porque era medio bobo y se dejó hacer.

También me cuenta que cuando era chico dormía en un pedazo de colchón. Diminuto, menos de la mitad de lo que había sido el colchón originalmente. A los seis años entraba justo; pero a medida que fue creciendo, el cuerpo le empezó a sobrar por todos lados. Le costaba conciliar y mantener el sueño. Más tarde se quedaba dormido en el colegio. Una maestra le preguntó por qué estaba tan cansado y él le explicó su situación.

A raíz de esto, los directivos de la escuela citaron a Graciela para indagar si lo que decía el chico era verdad.

Esa tarde, Ulises volvió a su casa y encontró a su madre hecha una furia.

—¡¿Qué tenés que andar contando cosas de la casa?! —le increpó, y le pegó con un zapato taco aguja.

El taco se le clavó en la cabeza.

domingo, 2 de junio de 2013

PALABRA DE DIOS: JOSUÉ

Imagen extraída de aquí.

Deuteronomio, capítulo 34.
Josué, capítulo 1 al 24.


A la edad de ciento veinte años, Moisés murió y dejó como sucesor a Josué.

Y aquí apretamos el botón de avance rápido a full, porque el libro de Josué es bastante aburrido. Prácticamente, lo único que leeremos durante los veinticuatro capítulos es cómo los hebreos fueron matando a distintos pueblos y ocupando sus tierras.

Sólo destaco que en el capítulo siete un tipo se afana una alfombra y, como castigo por eso, los cagan matando a él y a su familia. (1)

Y una historia muy simpática de un pueblo vecino que logra zafar de los hebreos mediante un engaño. (2)

Esta gente vivía dentro de la zona que Jehová había prometido a los hebreos. De modo que, por orden expresa de Jehová, debían ser aniquilados.

Pero se les ocurrió una idea.

Enviaron a un grupo de hombres, como embajadores, a dialogar con los hebreos. Los vistieron con ropa vieja y calzado gastado, y, como provisiones, llevaban pan seco y mohoso y cantimploras rotas.

—Venimos de re leeejos —dijeron a los hebreos— a aliarnos con ustedes.

—¿Y cómo sabemos que viven lejos y que no viven acá nomás? —preguntaron ellos. (3)

—¡Miren! —dijeron los crotos—. Cuando salimos de casa, esta ropa estaba nueviiita nueviiita. ¡Ahora está hecha mierda por lo largo del camino! Y este pan lo compramos recién hecho, antes de salir. Calentito, rico, estaba. ¡Ahora es un asco! Es que vivimos en la loma del orto. (4)

Y así Josué hizo paz con ellos, y celebró pacto con ellos, concediéndoles la vida. Y también lo juraron los príncipes de la Congregación.

Días después, los hebreos se enteraron de que los crotos vivían en Gabaón, a tres días de caminata. Pero ya no podían hacerlos cagar, a causa del juramento que habían hecho en nombre de Jehová.

Sin embargo, aún podían maldecirlos.

Y eso hicieron, condenándolos a ser sus siervos por el resto de la eternidad. (5)

Prometimos que vivirías.

No dijimos en qué condiciones.


(1) Josué 7:1, 19-25
(2) Josué 9:1-27
(3) Josué 9:6, 7
(4) Josué 9:12, 13
(5) Josué 9:23