domingo, 10 de agosto de 2014

¿QUÉ VIENES A BUSCAR?

En la librería.


—El adivino tiene tres bolas —suele decir Alejandro, uno de mis compañeros—. Yo sólo tengo dos.


Entra un sujeto de unos cuarenta y largos, cincuenta y cortos. Se dirige a Mónica.

—Hola —dice—. Quiero reconciliarme con la lectura. ¿Qué me podés recomendar?

Sin indagar cuál de los dos se ofendió con cuál ni los motivos de la disputa, Mónica consulta:

—¿Qué te gusta? ¿Novelas? ¿Historia? ¿Política?

La contrapregunta toma por sorpresa a nuestro amigo.

—No sé… —dice con perplejidad—. Quiero algo que me atrape.

Reconozco el gesto de Mónica. Los violines de la escena emblemática de Psicosis le quedarían bien de fondo.

A esta altura, ya comprendo que son los libros quienes se han distanciado de este señor. No insistas, pienso en decirle. Ellos no te quieren. No hay reconciliación posible. Vete. Olvida que existen. Pega la vuelta. Pero antes de que pueda abrir la boca, Mónica hace un nuevo intento de establecer contacto.

—¿Qué tenés ganas de leer? —pregunta—. ¿Ficción o no ficción?

Saco roto, flores a los chanchos, pólvora en chimango.

—No sé… Algo que me enganche.

¿Algo que te enganche?, pienso. Tomá: