lunes, 17 de febrero de 2014

TERCERA VUELTA

«En tus escritos abundan las historias carnales, de arrebatos y violaciones varias, con uso y abuso de poder (¿¿¿O serán justo las que yo leí??? ¡¡¡Mirá que seleccioné al azar!!!). Las historias que leí me recordaban mucho a tu casa cinco, con ese Plutón que abre, Marte que continúa y Venus en Escorpio que cierra. Contadas, además, con la precisión y el control emocional de un Mercurio-Saturno, y Luna en Capricornio.»

—Comentario hecho recientemente por una astróloga sobre mi blog—.



Hoy, Carne con Alambre cumple tres años. Y sigue dándome muchas satisfacciones, por el intercambio de ideas que genera. Cada vez que ustedes comentan alguna entrada y cuando yo visito sus blogs. Y más aún en los encuentros personales que he tenido con algunos de ustedes, que invariablemente han derivado en charlas de horas —aspiro a conocerlos a todos, como ya he dicho—.

En esta tercera vuelta, conocí personalmente a —por orden de aparición—:

Dan, que afortunadamente no escuchó el zumbido de una mosca dentro del cráneo de una mujer.

Bigote Falso, que es una persona múltiple.

vera miloideo, que me citó en una iglesia.

Mateo, de ningún modo merecedor del castigo de Zeus Xenios.

Y Lorena, con quien contemplamos las babas del diablo a la vera del Paraná.

Además, se sumaron virtualmente —también por orden de aparición—: Nena bien —cuyo blog murió cuando aún era un niño—, Malena —nieta de un ángel y de una bruja—, Marla —que defiende a las madres que simplemente son—, nele b —que no quiere ser inmortal—, Begoña Rosamarchita —que busca en las aspas del ventilador unas manos que, cortando el aire, le revuelvan el pelo—, MAGAH —que come pastillas de mentol sin azúcar—, m —que gracias a mí se reencontró con la tristeza—, Zeithgeist —que se rompe el culo (y sin insulina) para equipar a sus hijos virtuales—, Ash Snaga —creador de monstruos— y Ariel Panchez —que tiene pájaros en la cabeza, literalmente—.

Y siguen acompañándome —ya son amigos de la casa—: El Señor Potoca —cuyos conocimientos sobre química lo harían un buen profeta—, José Gabriel —que quiere comprar una casa con prepucios—, Gabriela Aguirre —lacayo de una princesa—, f —uno de los nuestros, como diría Conrad—, Lunática —que carga una mona—, diana bz —dibujante excelente —, Valeria —que saca monedas del barro—, Rosi Ta —con quien compartimos el amor por los animales, y la curiosidad por el origen y la naturaleza de la maldad—, Hugo —que sigue pirateando, lo cual es genial y agradezco mucho; pero que estaría bueno que vuelva a escribir—, Dany  —cuyo blog ya existe en formato papel y estamos esperando la fiesta de presentación—, Yoni Bigud —que bajó al Edén y volvió—, Viejex —al otro lado del espejo—, Juanita is dead —que se iba, que no se iba, que se iba, que no se iba y que finalmente se fue— y Nachox —cuyo blog está congelado, aunque sospecho que tiene muchas cosas para decir—.

Alzo, pues, esta jarra de grog rebajado con pomelo, y brindo por este espacio y por todos ustedes.

Gracias por tantas alegrías.

¡Salud!

domingo, 2 de febrero de 2014

REPULSIÓN

Fecha: Lun, 05 Dic 2007 10:16
De: veronicabellyd@hotmail.com
A: claudiog@yahoo.com.ar
Asunto: Empanada


Podía aceptar al nuevo Claudio, al que me dedicaba menos tiempo. Pero no puedo aceptar al Claudio que tiene cambios bruscos de ánimo y me agrede (y encima delante de la gente).

Perdoná si herí tus sentimientos con respecto a tu amigo. La verdad es que nunca me cayó muy bien. Me parece muy vago. Pasear perros no es un trabajo y no le preocupa progresar, por lo que veo. No entiendo tu amistad con él, ya que vos no sos así. En fin, debe tener otras cosas que comparten. Vos sabrás.

Perdoná que se me haya caído la empanada. Tengo que ser menos torpe.


Entre todas las mujeres que estuvieron con Claudio desde que lo conozco, existió Verónica R. Ni Viviana ni Natalia me caían bien —hubo otras que sí—, pero con Verónica la cosa iba más allá: desde un comienzo sentimos una aversión mutua. La mayoría de ustedes habrán vivido algo así con cierta gente. Lo contrario al amor a primera vista: un flechazo de repulsión instintiva. Un sexto sentido animal nos alerta contra el animal que tenemos enfrente.

Verónica bailaba danza árabe y se había hecho de cierto renombre dentro del ambiente. Era una mujer materialista y boba. Tenía tetas compradas, cara de pájaro y la actitud de una diva.

Frente a ella, Claudio exhibía su faceta más superficial. Y las charlas sobre temas profundos o con cierto contenido intelectual las reservaba para cuando se reunía conmigo. Verónica era muy demandante, exigía estar presente cada vez que Claudio y yo nos encontrábamos. Claudio no sabía poner límites a eso. Cuando nos reuníamos, entonces, ella se quedaba en una habitación contigua leyendo alguna revista o mirando la televisión.

Sin embargo, en una oportunidad nos juntamos sin estar ella presente. Se había quedado en su casa con una amiga. Se hicieron las ocho de la noche y Claudio se ofreció a acercarme con el auto. Como más tarde ellos dos se reunirían, pasamos previamente por lo de Verónica para avisarle.

—Bancame un toque —dijo Claudio, y se bajó del coche.

Entró a la casa. No tuve que esperar más de cinco minutos. Volvió al auto, cerró de un portazo y arrancó a toda velocidad. Su cara se había transfigurado: el ceño fruncido, la boca apretada en una línea blanquecina. Conducía con los puños crispados, las venas le latían en el cuello musculoso. El cambio no me sorprendió sobremanera, que discutiera con Verónica era algo muy habitual. Sólo me extraño que cinco minutos les hubiesen bastado para pelearse.

Recién a mitad del camino rompió el silencio, sin apartar la vista del frente.

—Estaba comiendo empanadas con la amiga. «Llevate una para el viaje», me dijo. «Dame otra para Guillermo», le pedí. Me estaba dando la mía y la caja se le resbaló para un lado, y una empanada se le cayó al piso. «Dale esa», me dijo.