Aclaración sobre mi posición y opinión respecto a la astrología.
Soy un tipo abierto, pero no dogmático. En cualquier tema esotérico, espiritual, psicológico o filosófico entro con apertura mental, pero con cautela.
De un tiempo a esta parte, comencé a investigar un poco más sobre astrología, más allá de los signos solares —que es lo que se publica en cualquier horóscopo de revista—, y descubrí una cantidad importante de coincidencias entre los factores de mi carta natal y mi vida, y entre los tránsitos actuales y las experiencias que estoy viviendo. En esto me manejo por estadística, como debiera hacerse con cualquier cosa que no pueda ser probada o demostrada por métodos más exactos.
Quien tenga ganas de investigar conmigo de esta manera, o de compartir experiencias y conocimientos, bienvenido sea.
Y para quien sólo quiera leer sobre mi pene, las puertas también están abiertas. Aquí hay lugar para todos.
Personalmente, no creo que los planetas generen influencia sobre el comportamiento y carácter de la persona, ni sobre los sucesos que a ésta le toque vivir. Soy de la idea, en cambio, de que lo que hay arriba es un mapa, un reflejo de lo que hay abajo. Es como un espejo de telo. Yo no me estoy cogiendo a esta mina por influencia del tipo ese que en el espejo, allá arriba, se está garchando a esa otra. Del mismo modo, no es que Saturno y Plutón me estén tirando rayos mágicos que me obligan a comportarme de determinado modo o que destruyen todo a mi alrededor.
Por ejemplo: lo que estoy viviendo ahora no me sucede porque tenga la Luna en Capricornio en la octava casa, en cuadratura con Plutón en la quinta, y ambos —Luna y Plutón— estén siendo activados simultáneamente por un tránsito de Saturno. Eso es sólo un reflejo. Como es arriba es abajo. Lo que estoy viviendo me sucede, en parte, porque mi madre era de alambre.
El mapa natal y los tránsitos servirán, entonces, para entender ciertas cosas y pronosticar otras. Pero estas cosas no son causadas por la influencia de los astros; sino por características, actitudes y acciones —presentes y pasadas— de la persona en cuestión y de quienes la rodean. Tal es el enfoque que le da al tema la llamada psicoatrología, entre cuyos exponentes se encuentran Liz Greene, Howard Sasportas y Stephen Arroyo, entre otros.
Volviendo al ejemplo del espejo de telo, respecto a los pronósticos. Me estoy garchando a la mina. Al costado hay un biombo. Detrás del biombo, el marido de la mina, con un revólver en la mano. Desde mi posición, no puedo verlo directamente. Pero si miro hacia arriba, al espejo, lo descubro. Gracias a eso, si soy rápido, tal vez logre alcanzar mi Colt, colgada de la cabecera de la cama. Y, de un buen tiro, a través del biombo, volarle la cabeza al pobre diablo.