sábado, 30 de abril de 2011

TRES SUJETOS SOSPECHOSOS

  El primero me parece ruso, alemán o polaco. No lo sé. Pero estoy seguro de que esconde un arma de filo.
   El segundo tal vez me recuerda un poco a John Goodman. Jamás haría tratos con este tipo.
   El tercero… Bueno, he de confesar que el tercero me desconcierta. No sé si trabaja de stripper, camarero o guardaespaldas desnudo.
   Con ninguno de los tres viajaría en ascensor.
   Tres sujetos sospechosos.
   Birome.
   Año 2005. 

TRES RAZONES PARA NO CREER

  Primera: Un solo tanque, con las suficientes municiones, puede destruir íntegramente una fábrica de peluches y aniquilar a la totalidad de sus operarios.

   Segunda: La Guerra del Golfo fue financiada casi exclusivamente con la venta de peluches.

   Tercera: Esos peluches eran fabricados por niños chinos y somalíes que trabajaban en condiciones de esclavos, y que eran alimentados a base de comida para perros rancia mezclada con los restos de los niños chinos y somalíes que no lograban soportar semejante calvario.
   Un solo tanque apostado en la puerta de esa fábrica del Infierno bastaba para evitar la huida de esas pobres criaturas. (*)


   (*) No puedo revelar la fuente de todos estos datos sin poner en peligro de muerte a mis informantes. Yo mismo, por el solo hecho de estar publicando esto en este blog, puedo estar siendo rastreado en este mismo momento por la CIA, el FBI y la Interpol.

miércoles, 27 de abril de 2011

HISTORIA DE MI PENE (Parte 4)

    Hospital militar. No recuerdo cuál.
   Llego en compañía de mi padrastro. Nos recibe mi pediatra, el Doctor Ropero. Nos escolta hacia el lugar en el que solucionarán el tema de mi pito.
   No es un consultorio. Es una habitación en la que guardan artículos de enfermería, de limpieza y otros trastos.
   El Doctor Ropero nos presenta al otro médico, del cuál no recuerdo el aspecto físico.
   Me acuesto en la camilla. Mi padrastro y el Doctor Ropero se quedan en la habitación. El interventor de pitos toma el mío con índice y pulgar de ambas manos.
  No me salteé ninguna parte. No hubo anestesia ni nada que se le parezca. Así suelen trabajar los militares.
  Irrumpe en la habitación un niño, de mi edad aproximadamente, confundido o para preguntar algo. O para agarrar una escoba, tal vez. Mira mi rostro, mi pito, a los tres adultos y se va sin decir una palabra.
   Muchos testigos. Demasiados, para mi gusto.
   —Ahí va —advierte el interventor.
   Y tira con fuerza hacia atrás.
   —Bueno, ya está.
   —¿Te dolió? —me pregunta el Doctor Ropero.
   —Sí.
   —¡¿Qué te va a doler?! ¡Si no fue nada! ¿Sos hombre o no sos hombre, che?
   No respondo. Desconozco el protocolo militar.
   —Bueno, ahora todos los días, cuando te bañás, te lavás bien la pistola. ¿Listo?
   Asiento con la cabeza.
   Listo un choto.
   Nunca mejor dicho.

viernes, 22 de abril de 2011

LENGUA DESERTORA

   En tiempos de guerra, no hay peor pecado que la cobardía.
   Lengua desertora.
   Birome.
   Año 2004.

miércoles, 20 de abril de 2011

ASTROLOGÍA: ESPEJO DE TELO

    Aclaración sobre mi posición y opinión respecto a la astrología.
   Soy un tipo abierto, pero no dogmático. En cualquier tema esotérico, espiritual, psicológico o filosófico entro con apertura mental, pero con cautela.
   De un tiempo a esta parte, comencé a investigar un poco más sobre astrología, más allá de los signos solares —que es lo que se publica en cualquier horóscopo de revista—, y descubrí una cantidad importante de coincidencias entre los factores de mi carta natal y mi vida, y entre los tránsitos actuales y las experiencias que estoy viviendo. En esto me manejo por estadística, como debiera hacerse con cualquier cosa que no pueda ser probada o demostrada por métodos más exactos.
   Quien tenga ganas de investigar conmigo de esta manera, o de compartir experiencias y conocimientos, bienvenido sea.
   Y para quien sólo quiera leer sobre mi pene, las puertas también están abiertas. Aquí hay lugar para todos.
  Personalmente, no creo que los planetas generen influencia sobre el comportamiento y carácter de la persona, ni sobre los sucesos que a ésta le toque vivir. Soy de la idea, en cambio, de que lo que hay arriba es un mapa, un reflejo de lo que hay abajo. Es como un espejo de telo. Yo no me estoy cogiendo a esta mina por influencia del tipo ese que en el espejo, allá arriba, se está garchando a esa otra. Del mismo modo, no es que Saturno y Plutón me estén tirando rayos mágicos que me obligan a comportarme de determinado modo o que destruyen todo a mi alrededor.
   Por ejemplo: lo que estoy viviendo ahora no me sucede porque tenga la Luna en Capricornio en la octava casa, en cuadratura con Plutón en la quinta, y ambos —Luna y Plutón— estén siendo activados simultáneamente por un tránsito de Saturno. Eso es sólo un reflejo. Como es arriba es abajo. Lo que estoy viviendo me sucede, en parte, porque mi madre era de alambre.
   El mapa natal y los tránsitos servirán, entonces, para entender ciertas cosas y pronosticar otras. Pero estas cosas no son causadas por la influencia de los astros; sino por características, actitudes y acciones —presentes y pasadas— de la persona en cuestión y de quienes la rodean. Tal es el enfoque que le da al tema la llamada psicoatrología, entre cuyos exponentes se encuentran Liz Greene, Howard Sasportas y Stephen Arroyo, entre otros.
   Volviendo al ejemplo del espejo de telo, respecto a los pronósticos. Me estoy garchando a la mina. Al costado hay un biombo. Detrás del biombo, el marido de la mina, con un revólver en la mano. Desde mi posición, no puedo verlo directamente. Pero si miro hacia arriba, al espejo, lo descubro. Gracias a eso, si soy rápido, tal vez logre alcanzar mi Colt, colgada de la cabecera de la cama. Y, de un buen tiro, a través del biombo, volarle la cabeza al pobre diablo.

viernes, 15 de abril de 2011

PEQUEÑO DIABLILLO

   Panchucho, mascota de la ya fallecida revista Acto Fallido, metamorfoseado en diablillo.
   Tinta china.
   Año 2004.

miércoles, 13 de abril de 2011

HISTORIA DE MI PENE (Parte 3)

   Luego de sopesar las opciones, se decidió postergar la intervención quirúrgica hasta que yo fuera más grande. Mientras más chico es el niño, menos dolorosa es la operación; pero mientras más grande es, más preparado está, psicológicamente, para entender que lo que están haciéndole no es castrarlo.
   Pasó el tiempo. Papá y mamá se divorciaron. Mamá se juntó con mi padrastro. Ahora, el macho al mando era él, más fuerte que el anterior. Así que le hembra ya no tendría que encargarse del asunto del pene de la cría.
    Cumplí diez años.
   Mi padrastro tenía un médico amigo, militar. Un tipo alto y robusto como un ropero, que hablaba fuerte y al pito lo llamaba pistola. Él también consideró que mi problema se podía solucionar sin intervención quirúrgica.
   ¿El método?
   Algo parecido a lo que me hacía mi madre de chiquito por indicaciones del anterior pediatra. Sencillamente, un médico —no el ropero, otro— tiraría con fuerza de mi pito hacia atrás para liberar el glande.
   Suena duro, ¿no?
   Lo es.  

¡MATEN A BAMBI!

     Cuando yo era chico, los niños y las niñas lloraban en el cine cuando un cazador mataba de un tiro a la madre del pobre Bambi.
  Hoy día, en el patio de comidas del Coto del Tren de la Costa de Libertador —el único lugar en el Universo donde siguen habiendo máquinas de videojuegos, los denominados «fichines»—, padres, junto con sus pequeños hijos y eventualmente también hijas, cagan a tiros a ciervos y ciervas en el Big Buck Hunter.
   —¡Maté a tres, papá!
   —¡Bien hecho, hijo! ¡Te has ganado una hamburguesa!
   Los tiempos cambian.
   ¿Quién soy yo? ¿Qué hora es? ¿Dónde estaré?

lunes, 11 de abril de 2011

UN HOMOSEXUAL GAY

     Cosas de mi madre.
   Mi hermana y yo en el comedor.
   Mi vieja en su pieza.
   —¡Chicos, chicos, en la televisión hay un homosexual gay! —exclama.
   —¡¿Qué?! —preguntamos al unísono con mi hermana.
   —¡Que en la televisión hay un homosexual gay! —repite.
   —¡¿¿Eeehh??!
   —¡Un homosexual gay! ¡¡Un homosexual gay!!
   Hubo que levantarse e ir a la habitación para descubrir que lo que había en la pantalla del aparato era, en realidad, un sacerdote, que no era gay, tan sólo levemente amanerado —como la mayoría de los curas—, hablando de los homosexuales, como es de esperarse: mal.
   —¡Un sacerdote gay! ¡Un homosexual cura! —algo así decía el cerebro de mi madre. La boca decía algo distinto.
  A veces se instala transitoriamente un diafragma, un himen, entre cerebro y lengua.
   ¿A quién no le ha pasado alguna vez?

viernes, 8 de abril de 2011

JERICÓ

   Si las benditas trompetas no hacen efecto, destruye los muros a mazazos, guerrero. 
   Jericó.
   Birome.
   Año 2003.

miércoles, 6 de abril de 2011

HISTORIA DE MI PENE (Parte 2)

   Yo era chiquitito. Tendría dos o tres añitos. El médico le dijo a mis padres que mi problema tal vez se podía solucionar sin intervención quirúrgica. Todos los días había que acostar al niño, desnudo, boca arriba, y tirar del pitito hacia atrás.
   Del asunto se hizo cargo mi madre, porque a mi padre le daba mucha impresión. Estos intentos no mejoraban nada. Y yo gritaba como si me estuvieran torturando.
   Finalmente, el médico dijo:
   —Vamos a tener que cortar el prepucio.
   A la salida, de la mano de mamá, le pregunté con voz asustada:
   —¿Me van a cortar el pito?

viernes, 1 de abril de 2011