Llego en compañía de mi padrastro. Nos recibe mi pediatra, el Doctor Ropero. Nos escolta hacia el lugar en el que solucionarán el tema de mi pito.
No es un consultorio. Es una habitación en la que guardan artículos de enfermería, de limpieza y otros trastos.
El Doctor Ropero nos presenta al otro médico, del cuál no recuerdo el aspecto físico.
Me acuesto en la camilla. Mi padrastro y el Doctor Ropero se quedan en la habitación. El interventor de pitos toma el mío con índice y pulgar de ambas manos.
No me salteé ninguna parte. No hubo anestesia ni nada que se le parezca. Así suelen trabajar los militares.
Irrumpe en la habitación un niño, de mi edad aproximadamente, confundido o para preguntar algo. O para agarrar una escoba, tal vez. Mira mi rostro, mi pito, a los tres adultos y se va sin decir una palabra.
Muchos testigos. Demasiados, para mi gusto.
—Ahí va —advierte el interventor.
Y tira con fuerza hacia atrás.
—Bueno, ya está.
—¿Te dolió? —me pregunta el Doctor Ropero.
—Sí.
—¡¿Qué te va a doler?! ¡Si no fue nada! ¿Sos hombre o no sos hombre, che?
No respondo. Desconozco el protocolo militar.
—Bueno, ahora todos los días, cuando te bañás, te lavás bien la pistola. ¿Listo?
Asiento con la cabeza.
Listo un choto.
Nunca mejor dicho.
"Listo un choto".
ResponderEliminarGenial.
Sí, el progenitor es mi señor padre. Es el ser más inestable que conocí en mi vida. Y si mi abuela estuviese viva, la que se iría con ella probablemente sería yo. No la conocí, falleció cuando mi viejo era un borrego. Llevo su nombre y, según su hermana, su carácter y rasgos faciales.
¡Un saludo! Que tengas buen fin de semana.
DOLOR. Dolor extremo (no tengo pito pero te secundo en el sentimiento).
ResponderEliminarChe, que pedazos de hijos de puta, así como si nada, no te dieron ni un chupetín para que te distraigas!
Bueno, ahora quiero saber lo que sigue.
Soy: ¿Vio qué buen remate?
ResponderEliminarEspero que las cosas queden ahí, y no conozcas nunca a alguien más inestable que tu padre, ¿no? Con eso es suficiente. Como verás, el mio es un blog, entre otras cosas, para hablar mal de los padres.
¿Por qué te irías con tu abuela si no la conociste? ¿Cómo sabés que no era tan inestable como tu padre? Jajajaja... Por eso de «De tal palo...».
Y cuando tu tía abuela te dice que tenés el carácter de tu abuela, ¿especifica si eso es un elogio o todo lo contrario?
¡Saludos, buen fin de semana y gracias por pasar!
Panqueca: «Te secundo en sentimiento» suena a saludo de velorio. Y para tanto no fue: al menos el aparatejo siguió con vida.
Ni chupetín ni nada. Así son los militares. ¡Hay que ser macho! Y gracias que no me hicieron hacer cuarenta flexiones de brazos ahí mismo... Y eso que ya estábamos en el 88', aproximadamente...
Para lo que sigue, vas a tener que pegarte una vuelta la semana que viene.
Serás bienvenida.
¡Gracias por pasar!