miércoles, 13 de abril de 2011

HISTORIA DE MI PENE (Parte 3)

   Luego de sopesar las opciones, se decidió postergar la intervención quirúrgica hasta que yo fuera más grande. Mientras más chico es el niño, menos dolorosa es la operación; pero mientras más grande es, más preparado está, psicológicamente, para entender que lo que están haciéndole no es castrarlo.
   Pasó el tiempo. Papá y mamá se divorciaron. Mamá se juntó con mi padrastro. Ahora, el macho al mando era él, más fuerte que el anterior. Así que le hembra ya no tendría que encargarse del asunto del pene de la cría.
    Cumplí diez años.
   Mi padrastro tenía un médico amigo, militar. Un tipo alto y robusto como un ropero, que hablaba fuerte y al pito lo llamaba pistola. Él también consideró que mi problema se podía solucionar sin intervención quirúrgica.
   ¿El método?
   Algo parecido a lo que me hacía mi madre de chiquito por indicaciones del anterior pediatra. Sencillamente, un médico —no el ropero, otro— tiraría con fuerza de mi pito hacia atrás para liberar el glande.
   Suena duro, ¿no?
   Lo es.  

2 comentarios:

  1. Me dolió y no tengo pito.
    Estoy estudiando edición, pienso financiar mi libro y el de muchas gentes más.
    Un saludito.

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  2. Soy: Si te dolió con sólo esto, te va a doler más con lo que sigue. Porque la historia recién empieza.
    Mucha fuerza con tu proyecto. Que seas libro y descanses en muchas mesitas de luz.
    Te invito a pasar por mi otro blog:
    http://www.olarticoncha.blogspot.com
    OLARTICONCHA. La imposibilidad de contacto.
    Es una novela por entregas.
    Probablemente, también la edite en papel, en un futuro no muy cercano.
    Saludito y gracias por pasar.

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