Otra con animales: monos sin madre.
Criados en cautiverio. Estructura de alambre con forma de madre. Tiene tetas; el monito chupa y obtiene alimento.
Inconveniente: el alambre no acaricia.
Resultado: el animal se vuelve loco, claro, en eso consisten estos juegos.
Comportamiento extremadamente tímido. Dificultad para aparearse. Y —lo más interesante— cuando se siente hostigado, en vez de defenderse de su atacante, se muerde a sí mismo.
Después van un paso más allá, como siempre. Inseminan artificialmente a una mona sin madre y se fijan cómo se lleva con su hijo. No hay que ser científico para adivinar que va a tener dificultades para relacionarse con él. No le da ni cinco de bola. O cuando se le acerca mucho, lo faja. El nuevo monito crece con los mismos trastornos de personalidad que su madre sin madre.
¿Puedo culparte?
No, tu madre era de alambre.
Sólo te cuento que, de tanto morderme el brazo, estoy llegando hasta el hueso.
Sólo te cuento que, de tanto morderme el brazo, estoy llegando hasta el hueso.
grooso,tiene sentido.
ResponderEliminarMe gustó mucho esto.
ResponderEliminarSaludos.
Eso habla mal de tu madre, Frestón.
ResponderEliminarGracias por el elogio.
Y gracias por pasar.
Saludos.
Oh por todos los cielos, ¡mi madre era de alambre! Y también me gustó "La madre" pero menos mal que no te dije nada...
ResponderEliminarGracias por ir hasta allá. "La mano que no para" es un ejercicio, escribir sin detenerse, y después sólo limitarse a corregir un poco. Es un borrador de una noche de insomnio.
Qué bueno que te haya gustado.
Saludos.
Frestón, tu madre era de alambre. Espero que no te hayas mordido demasiado el brazo a lo largo de tu vida, entonces.
ResponderEliminarY la madre de "La madre" es otra cosa, che. Es una señora muy amable y considerada.
"La mano que no para" está muy bueno y da ganas de seguir leyendo sobre estas ¿hermanas, compañeras? y su gatita.
Me gusta mucho la Lombriz. Y todo ese polvo, esa tierra, esa humedad, el sabor a agua sucia, la media para el café, el trofeo de karate roto, las piedras de las vías. Todo sucio y subterraneo, pero tierno.
Tierno y depresivo. Me encanta la combinación.
Gracias por pasar.
Saludos y hasta pronto.
Me vas a hacer llorar y voy a tener que pegarte. Sabelo.
ResponderEliminarIgual dan ganas de darte un abrazo. Que se sepa.
Besos.
Bueno, Gabriela. Pegame y después dame un abrazo. Pero que lo segundo sea más fuerte que lo primero, por favor. ¿Sí?
ResponderEliminarBesos.
Abrazo doble tons.
ResponderEliminarBesos.
¡Gracias!
ResponderEliminarBesos.
...
ResponderEliminarno me sale decir nada, pero en este me quedo.
Bueno. ¿Y eso es bueno o malo? :)
ResponderEliminarAbrazo y gracias por pasar.
es bueno, claro (igual hoy entré por el relato del ácido -¿desconfiar de la propia cabeza es razón buena para no probar, no?),
ResponderEliminares como decir: leo.
saludos!
(pero paso por acá y veo las respuestas)
Me alegro de que sea bueno, pues.
ResponderEliminar¿En qué sentido desconfiás de tu cabeza, Diana?
No estar bien de ánimo es buena razón para no probar, por ejemplo.
Saludos y gracias por pasar.
Es un gusto leerte.
mmm... desconfiar de la cabeza en cierto sentido (por ahí en el que preguntás) me parece lo más saludable, ahora que lo pienso-
ResponderEliminarigual la respuesta previa sería: de los temores que se dispararían-
gracias por las gracias.
(pd: palabra para verificar = "termoter")
Sí, supongo que desconfiar de la cabeza, en cierto sentido, está bien.
ResponderEliminarY desconfiar de los sentidos.
Y de nuestras impresiones de las cosas que nos rodean.
Pero tampoco yéndonos a la mierda, claro...
Si los miedos ya están dentro de la cabeza, tal vez con una sustancia alucinógena se dispararían, sí.
Justamente eso, creo yo, dispararía: desataría lo que ya está.
¡Gracias por las gracias por las gracias!
¿Así que la palabra con la que Blogger verifica que vos no sos un robot, Diana, fue "termoter"?
Me suena a termo o a termómetro.
Saludos y gracias por pasar.