miércoles, 1 de junio de 2011

HISTORIA DE MI PENE (Capítulo Final)

   Inevitable. Intervención quirúrgica.
  Llego al hospital. Me anuncio en recepción. Me explican que seré preparado y trasladado al quirófano por un enfermero. Me indican dónde esperarlo.
   Llega el enfermero.
   —¿Te afeitaste? —me pregunta.
   —¿Eh?… No sabía que tenía que afeitarme.
   —¿No te dijo nada el doctor?
   —No…
   —Nunca avisa nada este pelotudo… No importa, te afeito yo.
  Me desvisto. Me acuesto en una camilla. Con destreza y rapidez, el enfermero rasura mi pubis. Me coloca uno de esos camisones que te dejan el culo al aire. Parecen hechos para que la gente se burle de uno. Como las orejas de burro. O el alquitrán y las plumas en el Viejo Oeste.
   Soy trasladado en la camilla a través de un pasillo. Veo pasar las luces del techo. Me hacen pensar en las series televisivas de médicos.
  Ingreso al quirófano. Dos chicas con barbijo me esperan. Una está preparando el instrumental. El enfermero me ayuda a pasarme de la camilla a la cama de operaciones y se retira.
   Entra en escena el doctor.
   —Altayrac.
   —…
   —¿Nervioso?
   —Un poco.
   —Bueno, pensá que en media hora, cuarenta minutos, ya no vas a tener fimosis.
   —…
  Me cubren con una sábana que sólo deja libre la zona del pubis. Mi rostro también queda cubierto, para que no sea testigo del espectáculo sangriento.
   Me untan con esa cosa líquida y amarillenta que te ponen siempre que te operan. Desinfectante o algo así.
   —Te voy a aplicar la anestesia. Vas a sentir un pinchazo.
   —…
   —¿Duele?
   —Un poco. Apenas.
   —Un segundito y termino.
   —…
   —Ahora hay que esperar a que haga efecto.
   Al rato.
   —Te voy a pinchar. ¿Duele?
   —¡Ay! Sí…
  —¿Sí? Qué raro… Ya tendría que haber agarrado… Bueno, vamos a esperar un poco más.
   Un poco más.
   —¿Ahora?
   —¡Ay! Sigue doliendo…
   —¿Sentís dolor o una molestia? Mirá que esto corta el dolor nada más. Presiones, tirones vas a sentir.
   —Me dolió. Sentí el pinchazo.
  —A esta altura no te puede doler, Altayrac. Si estás susceptible, te volvés a tu casa y lo hacemos otro día…
   Los médicos son seres superdotados que se clavan cosas en la pija sin sentir padecimiento alguno.
   —…
   —Bueno, vamos a esperar un rato más, entonces…
   Un rato más, entonces.
   —¿Sigue doliendo?
   —No, ahora no.
   —Bien. Podemos empezar.
 Molestias. Presiones. Tirones. Cortes. Suturas internas. Suturas externas. Matambre.
  A mi derecha, una de las chicas. Cada vez que se me tensionan las piernas, me aprieta el brazo suavemente.
   —Bueno… Listo, Altayrac. Ya no tenés fimosis. Dentro de cuarenta y ocho horas te sacás la venda y te lavás bien, con jabón blanco. Los puntos se van a  caer solos. No hagas esfuerzo, no levantes peso y hasta dentro de tres meses no la podés usar para otra cosa que no sea mear. ¿Entendido?
   —Entendido.
   —Eso es todo, entonces. Ahora te mando al camillero.
   Se va.
   —¿Alguna vez habías trabajado con éste?
   —No.
   —Dicen que está loco.
   Sonrío. Ojos claros con barbijo me mira.
   —¿De qué te reís, Altayrac? Vos no tendrías que estar escuchando esto.
   Los dos barbijos se ríen. Entra el enfermero.
   —¿Qué pasa? ¿Hay joda acá? ¿De qué se ríen?
   —De tu amigo Ventura.
   —Ah, del pelotudo ese… ¿Listo, flaco? Esperá que te ayudo.
   —Bueno, Altayrac, un gusto —me dice uno de los barbijos—. Lástima que no nos conocimos en otra situación.
   —Lo mismo digo.

7 comentarios:

  1. uh, qué triste lo de la chica barbijo, no hay un epílogo donde volvés a buscarla después de tres meses al hospital y comen perdices o algo así?
    un beso altayrac.

    ResponderEliminar
  2. ¡Jajaja! ¡Sí, hay un epílogo la semana que viene! ¡Pero no vuelvo a buscarla!
    Hubiese sido difícil encontrarla: todos los barbijos son iguales.
    Un beso, c.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Che, si te acercas bien, pareciera que el chabon de la izquierda que le estan reparando la garcha esta acabando hilos.
    Agudezas de lado, EEEEHhhh iba a poner una "opinion" o alguna de esas cosas cool, pero no se
    me ocurre nada, asi que mejor espero al epilogo. Listo, flaco? Bueno, Altayrac, un gusto.

    (la entrada anterior la borre porque por alguna razon me aparecen espacios en las oraciones. mi teoria es que internet se la come)

    ResponderEliminar
  5. Para mí, los hilos esos son un recurso que utilizaron los egipcios para indicar que el flaco está gritando de dolor por que le están cercenando el choto. ¿No te parece?

    Disiento: el tuyo fue un comentario cool. No seas tan modesto. ¿Listo, flaco?

    Bueno, Havilas, un gusto.

    ResponderEliminar
  6. Mmm, interesante observacion.
    Na, no es modestia, es ganas de meter la palabra cool en algun lado.
    Y de donde sacaste mi apellido vos? Sos de Investigaciones? Flaco, te estas metiendo en asuntos de los que quizas no quieras saber

    ResponderEliminar
  7. ¡Cool!...
    No no soy de Investigaciones, soy de la Conspiración. Y no puedo decirte de dónde saqué tu apellido sin ponernos en peligro a ambos.
    VOS te estás metiendo en donde no debieras. Si te imaginaras el por qué este blog se llama CARNE CON ALAMBRE, te cuidarías más.
    Así que... cuidadito, pibe.
    Y yo no soy flaco: soy esbelto.

    ResponderEliminar