viernes, 10 de junio de 2011

HISTORIA DE OTRO PENE (Los ojos de plomo)

Noche.

Estoy sentado en el McDonald’s del Tren de la Costa, en Avenida Maipú, leyendo Mort Cinder, «Los ojos de plomo». Historia de suspenso y de características sobrenaturales. El viejo Breccia sabe generar ese tipo de climas.

Emprendo el regreso a casa. En aquel entonces, vivo en Munro. Decido volver a pie. Agarro por Amador. Calle tranquila, solitaria. Cada tanto, una garita de seguridad. Estoy de ánimo para caminata nocturna.

Me cruzo con un individuo de aspecto extraño. Unos veinte años, como yo en aquella época. Flaco, encorvado, casi con joroba. Camina como la Pantera Rosa, pero con cierto aire siniestro, moviendo los brazos y las manos de un modo muy particular. Nariz larga, rostro aerodinámico, orejas grandes. Cuando pasa frente a mí, ladea la cabeza y me mira con un par de ojos fijos que me hacen pensar en el viejo Breccia.

Contengo la respiración hasta que desaparece por una calle lateral.

¿De dónde salió este sujeto? Del submundo. Pienso en Lovecraft. En las alimañas descarnadas de la noche. Esos demonios sin jeta. Pero este sí que tenía jeta. Tal vez cierto aire al mismo Lovecraft. Y como él y como yo, caminante nocturno. Uno de los nuestros, Howard. Solitario, con algo de monstruo.

Un movimiento, media cuadra adelante, me saca de estas cavilaciones. Un par de piernas asoman por debajo de un arbusto. Veo los pantalones caer hasta las pantorrillas. ¿Qué hace este tipo? ¿Va a mear? Nadie se bajaría los pantalones así para hacerlo. Me detengo.

¿Qué hago? ¿Retrocedo? En la esquina, una garita. En la vereda de enfrente, viniendo hacia mi lado, una pareja de cincuentones. Decido seguir avanzando, pero por el centro de la calle y mirando hacia delante.

—¿Tenés hora?

Lo sabía. Es un degenerado. Pero yo te voy a cagar. Voy a mirar la hora y te la voy a decir como si nada, sin detenerme. Y va a ser como si no existieras, pervertido de mierda. Como si esta fuera la situación más normal del mundo.

Miro la hora. No veo un carajo. No importa, te sanateo. Las ocho y media, por ejemplo. Y lo voy a decir sin perder la compostura, con total tranquilidad.

—Sí, son las…

El monstruo jorobado de cara aerodinámica.

Las piernas me traicionan, se detienen.

La verga en la mano, masturbándose. Apenas si la veo, más impactantes son los ojos. Y la voz, tétrica.

—¿Le tenés miedo a esto?

8 comentarios:

  1. qué horor, qué espeluznante la historia de esta entrega. cómo continuó?
    por ahora no hay ningún escenario para mí, quizás más adelante, espero, me gustaría. pero de momento nos encontramos tras bambalinas ja.
    un beso g.

    ps. leí en la entrada anterior que tenés 32! te creía más joven aún - no sé a qué viene el comentario, sólo me llamó la atención.

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  2. acabo de ser acabada. todos tenemos derecho a cojer guillo

    loves

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  3. c.: Ese día, continuó conmigo volviendo del estupor en que me encontraba, pegando media vuelta y siguiendo con mi camino.
    No le dí la hora... Jajaja...
    Pero la semana que viene cuento posterior encuentro, con el mismo exhibicionista, hace un mes aproximadamente. Doce años después del suceso relatado en este post.

    Contame un poco sobre la obra de la que estás haciendo asistencia. Por acá o por otro medio. Cómo prefieras.

    Un beso, c.

    P.D.: ¿Me creías más joven? Otra que me trata de viejo... Supongo que sos consciente de que esto me obliga a preguntarte la edad. Respondela por acá o en privado, a mí mail, por ejemplo. Es una orden...

    Cat: Sí, todos tenemos derecho coger. Y a acabar, claro.

    Loves for you también (te lo digo a lo chicano).

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  4. Mc Donald's del tren de la costa, sobre Av. Maipú. Ya no está más ¿no? Frecuento esa zona. No tanto de noche. Pobre sujeto exhibicionista, qué miserable y patético ha de ser.

    No sabría decirte si Tomás agarró la gripe. A mi, me sigue molestando. Hoy me levanté con todos los ojos lloroso. Es como que cada día me invade de una forma diferente. Primero arrancó con dos días de fiebre. Ayer era el dolor de cuerpo. Hoy los mocos y las lágrimas. No sé que me deparará mañana.
    En la época de la gripe A yo me fui a un recital y el cantante tiró una botella de agua que fue consumida por 50 personas a mi al rededor. Salí toda traspirada al frío de julio, y así no más fui a comer pizza. CON LAS MANOS. Muy ruda.

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  5. Te mandé un e-mail. Estaba muy dormida cuando lo hice. No respondí a casi nada. No me molesta responder preguntas. Al menos no esas jaja.

    Me faltó contarte que busco refugio de casi todo, con excepción de mis amigos. Permanentemente me aislo de la gente que vive en mi casa, es decir, mi familia. Creo que mis salvavidas son mis amigos no más, esa familia que uno sí puede elegir (aunque tampoco me gusta decir que seleccioné a las personas con las que me gusta estar, ellas llegaron y estuvo bueno que se quedaran). Igual, creo que te habrás dado cuenta que puedo ser bastante dramática. Pero sin embargo, siento que mi familia es bastante agobiante. En fin, cosas que pasan.

    Con respecto a la frase final, no me pertenece. Es de la autoría de la maravillosa Alejandra Pizarnik. De ahí, el título de la entrada.

    Me voy a estudiar un rato, a ver si saco provecho de eso!
    Chauchau.

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  6. Soy: Aprovechando que el título de tu entrada era «Alejandra» a secas, tendrías que haberte aprovechado y engañarme diciéndome que la frase final era de tu autoría.
    desde donde esté, Pizarnik agradece tu honestidad.

    Vaya a estudiar.
    ¡Chauchau y gracias por pasar!

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