martes, 15 de mayo de 2012

JACOB ENGAÑA A SU PADRE CIEGO

     Génesis, capítulos 26 y 27.

   Y hubo hambre en la tierra, como aquella vez en tiempos de Abraham. E Isaac decidió parar un tiempo en Gerar —donde había para morfar— hasta que las cosas mejoraran. Pero he aquí que Rebeca, como Sara, estaba muy buena. Y a Isaac, como antes a su padre, le dio cagazo de que los lugareños lo mataran para garchársela —¿les conté que este libro es reiterativo?—. Entonces, cuando los chabones, babeando, le preguntaban «Che, ¿quién es la minita que anda con vos?», él contestaba «Mi hermana es». (1)
   Mas aconteció que asomándose Abimelec —el rey de Gerar, el mismo que había estado a un tris de garcharse a Sara y morir fulminado por Jehová— a una ventana, miró, y he aquí que Isaac jugueteaba con Rebeca, su mujer.
   «¡¿Otra vez, será de Dios?!», pensó, y llamó a Isaac.
   —¡He aquí, ciertamente ella es tu mujer! —le dijo—. No te hagás el pelotudo que los vi jugueteando. ¿Cómo, pues, dijiste tú: es mi hermana? ¿Ah?
   Isaac explicó sus razones.
   —¡¿Tas loooco vo’?! —dijo Abimelec—. ¡Cuán fácilmente alguno del pueblo hubiera podido acostarse con tu mujer! ¡Y así nos hubieras hecho incurrir en delito!
   De manera que se aclaró todo. Pero si Isaac había hecho esto con la idea de ligar ganado, como antes su padre, la treta le salió mal, porque Abimilec no le regaló ni un puto corderito.
   Ser marido de Rebeca no era tan buen negocio como serlo de Sara.
  Pasó el tiempo. Isaac envejeció y —senectus non sola venit— quedó ciego. Y un día llamó a Esaú, su hijo mayor.
   —¡Hijo mío! —le dijo.
   —Heme aquí —dijo Esaú.
   —He aquí, yo soy ya viejo —dijo Isaac—, y no sé el día de mi muerte. Ahora, pues, toma tus armas y sal al campo, y caza para mí alguna cosa. Y hazme manjares sabrosos, como me gustan, y tráemelos, para que yo coma y mi alma te bendiga antes de que yo muera.
   Esaú salió al campo a cazar. Rebeca, que había oído la conversación, llamó a Jacob, su hijo menor, su preferido, y le contó lo sucedido.
   —Ahora bien, hijo mío —le dijo—, oye mi voz, conforme a lo que te voy a mandar. Ruégote que vayas al rebaño y me traigas de allí dos cabritos buenos. Y yo haré de ellos manjares sabrosos para tu padre, como a él le gustan, y los llevarás a tu padre, para que coma y te bendiga a ti antes de su muerte.
   Que alguien me explique qué leyeron los que dicen que en este libro hay un mensaje de amor. Desde que comenzamos hasta ahora, no paramos de leer sobre familias disfuncionales.
   Jacob hizo lo que su madre le había pedido, pero le dijo:
   —He aquí que Esaú, mi hermano, es hombre velludo y yo, hombre de piel lisa. Quizás me palpará mi padre y seré en su concepto como quien se burla de él. Así atraeré sobre mí maldición, y no bendición.
   Jacob no contaba con la astucia de su madre, que había planeado todo minuciosamente. Luego de vestirlo con las ropas más preciosas de Esaú, Rebeca puso las pieles de los cabritos sobre las manos y la nuca de Jacob. La Biblia, tan detallista en otras cosas, no nos dice si usó Poxiran® o qué para pegarlas a su piel.
   Esto también me recuerda a Hansel y Gretel. A Hansel tendiéndole un hueso a la bruja, haciéndolo pasar por su brazo, para que ella lo palpe y crea que aún está flaco.
   Entonces, así disfrazado y con el morfi en una bandeja, Jacob fue a su padre.
   —¡Padre mío! —le dijo.
   —Heme aquí —dijo Isaac—. ¿Quién eres, hijo mío?
  —Soy Esaú, tu primogénito —dijo Jacob—. He hecho como me dijiste. Levántate, te ruego, siéntate y come de mi caza, para que me bendiga tu alma.
   Pero el viejo desconfiaba.
   —¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? —preguntó.
  —Porque Jehová, tu Dios, me deparó buen encuentro —respondió Jacob.
   —Acércate y te palparé —dijo Isaac—, para saber si eres en realidad mi hijo Esaú o no.
   Así lo hizo Jacob, dejándose palpar. Su padre, que además de ciego era pelotudo, dijo:
   —La voz es voz de Jacob; pero las manos, manos de Esaú. ¿Eres tú, en realidad, mi hijo Esaú?
   —Lo soy —respondió Jacob.
   También me recuerda a Caperucita.
   —O.K. —dijo Isaac—. Dame el morfi y te bendigo.
   Isaac morfó e hizo la última prueba.
   —Acércate y bésame, hijo mío —pidió.
   Jacob obedeció y su padre aprovechó la proximidad para oler las ropas, que debían tener el olor característico de Esaú: el hedor del cuerpo transpirado de un hombre peludo en épocas en que no existía el desodorante. Con eso, Isaac se convenció, y se comió el verso como antes se había comido los cabritos. Y bendijo a Jacob deseándole varias cosas. Entre ellas, que sus hermanos le sirvieran. (2)   
   Y aconteció que apenas acabara Isaac de bendecir a Jacob, y no bien hubo salido Jacob de la presencia de su padre, Esaú llegó de su caza.
   Acá se va a pudrir el chorrán.
   E hizo él también manjares sabrosos y los trajo a su padre. Y dijo:
  —¡Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga su alma!
   —¿Quién eres tú? —preguntó Isaac.
   —Soy tu hijo, tu primogénito, Esaú.
   Isaac se estremeció.
   —¿Quién es, pues, aquel que tomó caza y me la trajo, y yo he comido antes de que tú vinieses? Yo le bendije y será bendito.
   Porque la palabra dada es sagrada y tiene poder más allá del que la da.
   Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con amargura.
   —¡Bendíceme a mí, a mí también, oh padre mío!
   Mas Isaac respondió:
   —Vino tu hermano con engaño y tomó tu bendición.
  —¡Ese hijo de puta! —dijo Esaú—. ¡Qué bien que le pusieron el nombre! Pues ya me ha suplantado dos veces: tomó mi primogenitura, y ahora me ha quitado mi bendición. ¿No has reservado una bendición para mí? (3)
   ¡«Tomó mi primogenitura»! ¡Chanta! ¡Si se la cambiaste por un guiso!
   —Estamos en el horno —dijo Isaac—, porque le he puesto por señor tuyo y le he dado por siervos a todos sus hermanos. ¿Qué, pues, podré hacer ahora por ti, hijo mío?
   Esaú se largó a llorar.
  —¿No tienes más que una bendición, padre mío? —dijo—. ¡Bendíceme a mí, a mí también, oh padre mío!
   Entonces, Isaac le dio una bendición de consuelo; diciéndole que iba a ser esclavo de su hermano, pero sólo hasta que se fortaleciera lo suficiente como para liberarse del yugo. Ya que a Jacob le había dicho que sus hermanos le servirían, pero no por cuánto tiempo. Como verán, esto de las bendiciones también puede tener letra chica.
  Esta bendición no conformó para nada a Esaú, que prometió matar a Jacob en cuanto Isaac muriera. Esto llegó a oídos de Rebeca y ella envió a Jacob a lo de un tío, Labán, para que se quedara a vivir con él hasta que a Esaú se le pasara la calentura.
   Un tío explotador, como el mío. Eso lo veremos la próxima.

     (1) Génesis 26:7
     (2) Génesis 27:29
     (3) Génesis 27:36

10 comentarios:

  1. ¡JAJAJA! Me morí.
    Ponete una escuela de enseñanza bíblica, así les decís la posta a los chicos.
    Estoy de vuelta, viste? :)
    Un abrazo!

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  2. Hay que ser muy, pero muy boludo para tocar el pelo de una oveja y confundirlo con el pelo de un tipo como Esaú. ¡No es lo mismo, señores! (y eso que yo de pelo de tipos no sé tanto, eh?, pero algo sé)
    Jacob flor de jodido, yo que Esaú lo cago matando. Sin decir nada, además, qué es eso de andar avisando? No aprenden más..., se merece ser esclavo por boludo.

    Y andás linkeandome mucho, Guille!!! Me honra, que se sepa.
    Besos!

    (odio la verificación de palabras)

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  3. Nah!! es genial, en cada link entro leo y vuelvo y me muero de risa con las acotaciones, genio!

    Besos

    Rami

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  4. Ayyy.......Esaú........ayyyy querido.....no podés ser tan lenteja. Todos a terapia!!!

    Un abrazo!

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  5. JaJaJa!! he pasado un rato muy ameno leyendote, que ocurrente.

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  6. Usted va a ser condenado al sexto círculo del Infierno, estimado Guillermo, pero los que allí lo acompañen (tal vez esté yo, aunque me veo más para el octavo) van a pasar un buen momento con sus historias.
    Un abrazo.
    HD

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  7. Jjajaja es que es cómico que te pidan educadamente un beso, pero también tierno. Se convirtió en un apriete importante, perdoná no leí tu post vine solo a responder, después leo bien! Ahí publiqué otra vez.

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  8. lo de el apriete era una pregunta para vos! estoy media dormida! jaja

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  9. Esta familia tiene algo con las ovejas, los cabritos y los guisos... Será algun arquetipo de Jung?

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  10. Panqueca: ¡Sí, claro que vi que regresaste! ¡Qué lindo que estés de vuelta, Panque! ¡Te extrañaba! =)
    Me alegro de haberte hecho reír.
    Te cuento, ya dos personas sugirieron en este blog que yo enseñe catequesis. Les pedí que lo ofrecieran en parroquias de sus respectivos barrios. Aún no he tenido noticias. Sospecho que no han tenido éxito. Una vive en Buenos Aires, la otra en Córdoba. ¡Probá suerte en las iglesias de tus pagos, Panque! Cualquier cosa, chiflame y me voy para allá con la Biblia bajo el brazo.
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Gabriela: ¡Ah, escorpiana traicionera! ¡¿Qué es eso de matar a Esaú sin previo aviso?!
    «Se merece ser esclavo por boludo», jajaja.
    Si te linkeo mucho es porque me gusta mucho cómo escribís. Que se sepa.
    Ahí desactivé la verificación de palabras. Te iba a preguntar cómo se hacía, a vos que sabés más que yo de esas cosas, pero lo descubrí solito (porque tan bobito no soy, ¿viste?). Ahora no tengo manera de saber si los que me escriben son humanos o robots, ¿entendés? Si algún día sos reemplazada por un androide, yo no me enteraré.
    Gracias por los elogios, Gabi.
    Besos y gracias por pasar.

    Ramita: ¡Eh! ¡Gracias por los elogios, pero genios son los tipos esos que viven adentro de una lamparita!
    Me alegro mucho de hacerte reír.
    Besos y gracias por pasar.

    Dany: ¡Eso! ¡Sesión de grupo para Jacob y familia!
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Marilyn Recio: Me alegro de que te hayas divertido.
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Humberto Dib: ¡Gracias, Humberto! ¡Nos vemos en el Infierno!
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Camila: No, en mi caso no se convirtió en un apriete importante. Unos besitos nada más. ¡Ufa!
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Mateo: Claro. ¡El arquetipo del guiso!

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