domingo, 17 de junio de 2012

PALABRA DE DIOS: DINA

    Génesis, capítulo 30 al 34.

   Raquel acaba de parir a José.
   Apretemos el botón de avance rápido.
   Jacob ya cumplió con los siete años de trabajo a cambio de Raquel. Está podrido de laburar para Labán y quiere volver a su tierra. Labán no se la hace fácil: quiere que se quede porque desde que Jacob trabaja para él, el ganado se ha multiplicado sobremanera —la mano de Dios—. Jacob acepta quedarse a cambio de lo siguiente: que su salario sean todas las ovejas negras y las cabras manchadas del ganado de Labán. Las que hay en ese momento y las que nazcan a partir de entonces. Labán acepta encantado: las ovejas negras y las cabras manchadas son poquitas. Pero he aquí que Jacob hace un truco inentendible con unas varas de álamo, de avellano y de plátano oriental. Las descorteza, las clava en los abrevaderos donde las reses van a beber y esto, por alguna extraña razón, hace que las reses se pongan en celo, garchen y tengan crías negras y manchadas. (1) Resultado: las ovejas negras y las cabras manchadas son cada vez más. Jacob cada vez tiene más ganado, Labán cada vez menos. Esto, a Labán, no le gusta ni medio. Y empieza a mirarlo fiero a Jacob. (2) Jacob decide huir secretamente con todas sus mujeres, todos sus hijos y todo su ganado. Labán los descubre y los intercepta —eran un bulto muy voluminoso como para pasar desapercibidos—. Discuten. Se ponen de acuerdo. Jacob se va a la mierda.
  Ahora, Jacob tiene cagazo de lo que va a encontrar de regreso a su tierra. Teme que Esaú lo mate, como lo prometió. Para ganar su perdón, decide regalarle: doscientas cabras, veinte machos cabríos, doscientas ovejas, veinte carneros, treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte asnas y diez asnos. (3) Esaú lo recibe con un abrazo y un beso. (4) «¿Y todo este ganado para qué es, boludo?», le pregunta. «Para que me perdones», responde Jacob. «¡Pero dejate de joder, será de Dios! ¡Quedate con tus animales que yo tengo un montonazo!» «No, boludo, quedatelos vos, te lo ruego. Por la buena onda.» (5) Esaú acepta y Jacob se instala en Sucot, frente a la ciudad de Siquem.
   Volvemos al avance normal.
  Un día, Dina —hija de Jacob y Lea—, que aún era una niña, salió a pasear. Se cruzó a la ciudad para jugar con otras niñas. Siquem —mismo nombre que su tierra—, hijo de Hamor —príncipe del lugar—, aprovechó que la encontró sola y la violó. (6) Después de violarla, se enamoró de ella. (7) Y habló con Hamor, su padre.
   —Consígueme esta niña por mujer —le pidió.
  Hamor fue a hablar con Jacob. Tanto él como sus hijos se habían enterado de la violación. Los once hermanos —Benjamín aún no había nacido— estaban enfurecidos.
   Hamor les hizo su propuesta:
   —El alma de Siquem, mi hijo, está unida a vuestra hija. Ruégoos se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros. Nos daréis a nosotros vuestras hijas y os daremos a vosotros nuestras hijas. Así habitaréis con nosotros y compartiremos con vosotros nuestra tierra.
   Y dijo Siquem:
   —¡Halle yo gracia en vuestros ojos! Daré cuanto me dijereis, con tal que me deis a la joven por mujer.
   Los hermanos respondieron:
  —No podemos hacer esto, el dar nuestra hermana a un hombre incircunciso, porque sería una deshonra para nosotros. Tan sólo con esta condición podremos complaceros: si consentís en ser como nosotros, circuncidando todo varón entre vosotros. Entonces, os daremos a vosotros nuestras hijas y tomaremos vuestras hijas para nosotros. Y habitaremos con vosotros y seremos un mismo pueblo. Mas si no quisiereis escucharnos, tomaremos a nuestra hija y nos iremos.
  Tanto al padre como al hijo les cabió la respuesta. Fueron, entonces, a hablar con los hombres de su ciudad.
  —Los de enfrente, los que están cagados en guita y en ganado, están dispuestos a unirse con nosotros en un solo pueblo si nos cortamos el prepucio. Piénsenlo: todas esas vacas por un pedacito de chota. (8)
   Los hombres agarraron viaje y ahí nomás se circuncidaron.
   A los tres días, cuando estaban todos doloridos, Simeón y Leví —hijos de Jacob— entraron a la ciudad armados con sendas espadas y los masacraron. Y con sus hermanos saquearon las casas, se llevaron los rebaños y tomaron como esclavos a las mujeres y los niños. (9)
   Al viejo Jacob, esto no le gustó nada.
   —Me habéis turbado —dijo a Simeón y a Leví—, haciéndome odioso para la gente de los alrededores. Ahora se van a juntar todos y nos van a cagar matando. (10)
   Mas ellos le respondieron:
   —¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera?

     (1) Génesis 30:37-39
     (2) Génesis 31:2
     (3) Génesis 32:13-15
     (4) Génesis 33:4
     (5) Génesis 33:8-10
     (6) Génesis 34:2
     (7) Génesis 34:3
     (8) Génesis 34:20-23
     (9) Génesis 34:25-29
    (10) Génesis 34:30

5 comentarios:

  1. Pobre Dina en ese mundo. Ahora los tipos son unos fenómenos...no le gusta o no les cierra algo.....agarran los bichos y se van a la mierda.
    ¿Lo de Jacob fue un truco o una mezcla de comidas afrodisíacas + una buena tintura?

    Abrazo!

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  2. esta es la historia biblica que vi en la tele un verano de las mas absoluta desidia tirado en el comedor de mi casa con un ventilador de techo jajajajjajaj

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  3. Me encanta la traducción al porteño: "che, boludo" de este génesis!

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  4. porque el post lo pide a gritos:

    http://www.youtube.com/watch?v=kggcNEekk00

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  5. Dany: No lo sé, lo de Jacob y las varas me sigue intrigando.
    ¡Abrazo grande y gracias por pasar!

    José Gabriel: Ya vas a leer más sobre tu tocayo.
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Ariadna: ¡Me alegro de que te sigan gustando mis adaptaciones de la Biblia!
    ¿Ya hablaste con la parroquia de tu barrio?
    ¡Besos!

    Boris: Jajaja. ¡Hacía mucho que no escuchaba ese tema!
    Abrazo y gracias por pasar, Boris. Siempre es un gusto verte por aquí.

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