domingo, 2 de septiembre de 2012

ALGO SOBRE LAS LEYES DE LOS HEBREOS

     Génesis, capítulo 40 al 50.
     Éxodo, capítulo 1 al 23.

   Estábamos en que a José lo pusieron preso por pelotudo.
   Tecla de avance rápido.
  Vamos a pasar velozmente algunas cosas que, más o menos, conocemos todos.
  En la cárcel, José conoce al copero y al panadero del faraón, que estaban presos por haber delinquido contra su señor. José les interpreta unos sueños. Al copero le dice que el faraón lo perdonará. Al panadero, que el faraón lo va a hacer cagar fuego. En ambos casos, acierta.
  Dos años después, el faraón tiene un sueño que los sabios de su corte no saben interpretar: el famoso sueño de las siete vacas flacas que se morfan a las siete vacas gordas. Y el copero se acuerda de José.
 —En la cárcel había un chaboncito hebreo que la tenía re clara interpretando sueños —dice, y el faraón lo manda a buscar. (1)
  José interpreta. Las siete vacas gordas simbolizan siete años de gran abundancia para Egipto. Las siete vacas flacas, siete años de hambre que vendrán después.
   —Vos hacé una cosa, faraón —dice—. Los siete primeros años, guardá morfi para usarlo los otros siete. ¡Y listo!
   El faraón, encantado con José, lo nombra su mano derecha para que se haga cargo de la administración de los víveres del país durante los próximos catorce años.
  Durante los segundos siete años, el hambre no arrecia sólo en Egipto, sino en toda la tierra. De modo que viene gente de todas partes a comprarles morfi a los egipcios. Y el que se encarga de atenderlos, es José.
  Y entre toda la gente que viene a comprar, un día aparecen sus hermanos. Ellos no lo reconocen —esas maravillas que solo ocurren en los cuentos de hadas—; pero él a ellos, sí. Aprovechando esto, José se burla de ellos y los hace sufrir un cacho, (2) pero luego no se aguanta y, llorando, les confiesa su identidad. Todos se abrazan, se perdonan, se reconcilian. Sabiendo que José está vivo, Jacob también viaja a Egipto a reencontrarse con su hijo. Lloran, se abrazan. Toda la familia se instala en Egipto y goza del favor del faraón, ya que José es su siervo favorito.
   Pasa el tiempo. Jacob, José y sus hermanos van muriendo hasta que no queda ninguno. Solo sus descendientes, que son muchos. Tantos, que el nuevo faraón —que no conoció a José ni le guarda gratitud— teme que alguna vez este pueblo que alberga en su tierra se subleve contra él. Por eso, decide someterlo obligándolo a hacer trabajos forzados de extrema dureza. (3) Y como los hebreos siguen multiplicándose en abundancia, el faraón ordena que se mate a todos sus niños varones apenas nazcan, que solo se conserve con vida a las niñas.
   Bueno, todos sabemos que Moisés se salva de esta porque su vieja lo pone en un moisés y lo tira al río. Y en el río, lo descubre la hija del faraón, que se está bañando, se compadece de él y lo adopta.
   Después, Moisés crece. Y un día que anda por el desierto apacentando las ovejas de su suegro, se encuentra con Dios, que toma la forma de una zarza ardiente que habla —ni en El Señor de los Anillos pasa algo así—.
   —¡Moisés! ¡Moisés! —dice la zarza.
   —Heme aquí —dice Moisés.
   —Así como me ves, yo soy el Dios de tu padre —dice la zarza—, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor. Y he descendido para libertarle de la mano de los egipcios, y para hacerle subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa. Ahora pues ven, y te enviaré al faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.
  —¡Nadie me va a creer que hablé con una zarza que es Dios! —dice Moisés—. ¡No me van a dar pelota! (4)
   Entonces, Dios le enseña unos trucos de magia para que la gente le crea. (5)
   Así y todo, le cuesta un huevo convencer al faraón de que deje salir a los hebreos de Egipto. Hacen falta las diez plagas que Dios le va mandando, una a una, para lograr que, finalmente, dé el brazo a torcer. Esto sucede porque Dios influye en el faraón para volverlo testarudo y, así, poder mandarse la parte.
  —Yo he hecho obstinado su corazón —dice—, para manifestar estas mis señales en medio de ellos; y para que puedas contar en oídos de tu hijo, y del hijo de tu hijo, cómo yo hice maravillas en Egipto. (6)
  Después de que los hebreos salen, Dios manipula al faraón para que persiga a los hebreos, y así poder matar a los egipcios en una soberbia exhibición de poder.
  —He aquí que yo endureceré el corazón de los egipcios para que vayan tras ellos —dice—. Y me glorificaré en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros y en su gente de a caballo. (7)
   Después, Dios amenaza al pueblo de Israel.
   —Si oyeres atentamente la voz de Jehová, tu Dios, e hicieres lo que es recto a sus ojos, y prestares oídos a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, entonces no enviaré sobre ti ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios. (8)
  Porque al torturar y asesinar a los egipcios, Dios mata a dos pájaros de un tiro, ya que tamaña exhibición de poder le sirve también para mantener subyugados a los hebreos mediante el miedo.
  Después, comienza el peregrinaje del pueblo de Israel por el desierto, llueve el maná del cielo, etc., hasta que llegan al monte Sinaí. Moisés sube al monte, donde Jehová le transmite los diez mandamientos. Y no solo los diez mandamientos, sino también una serie de leyes, menos conocidas que aquellos, algunas de las cuales quiero destacar.

 - El que hiriere a un hombre de modo que muera será muerto irremisiblemente. Salvo que lo hubiese hecho por accidente. En ese caso, se lo albergaba en una ciudad en la que se lo protegía de las posibles represalias de los familiares del muerto. (9)

  - El que pegare a su padre o a su madre será muerto irremisiblemente. (10)

   - El que hurtare a una persona y la vendiere, o aun si fuere hallada en su poder, será muerto irremisiblemente. (11)     

 - El que maldijere a su padre o a su madre será muerto irremisiblemente. (12)

   - Cuando alguno hiriere a su esclavo o a su esclava con palo, de modo que muera bajo su mano, el muerto será vengado irremisiblemente. Mas si sobreviviere por un día o dos, no será vengado, por cuanto era de su propiedad. (13)

  - Si alguno hiriere el ojo de su esclavo o el ojo de su esclava, y lo destruyere, le dejará ir libre a causa de su ojo. Asimismo, si hiciere saltar un diente a su esclavo o un diente a su esclava, le dejará ir libre a causa de su diente. (14)

   - Cuando un buey acorneare a hombre o a mujer, de modo que muera, será apedreado irremisiblemente aquel buey, y no será comida su carne; mas el dueño del buey quedará absuelto. Pero si el buey hubiere sido acorneador anteriormente, y se le hubiere notificado al dueño, y él no lo hubiere encerrado, a él también lo hacían cagar. (15)

   - Si un ladrón fuere hallado forzando una casa de noche, y fuere herido de modo que muera, el que le hirió no será reo de homicidio —allá lejos y en aquel entonces, también hubieras zafado, Etchecopar—. Pero si esto ocurría de día, sí era culpable de homicidio. (16)

  - Si un ladrón no tenía con qué devolver lo que había robado, era tomado como esclavo. (17)

   - A la hechicera no le permitirás vivir. (18)

   - Todo aquel que se ayuntare con bestia será muerto irremisiblemente. (19)

  - Aquel que ofreciere sacrificio a dios alguno, excepto tan solo a Jehová, será enteramente destruido. (20)  

   - Irá mi Ángel delante de tu faz. Y te llevará al amorreo, y al heteo, y al perezeo, y al cananeo, y al heveo, y al jebuseo. Y yo los destruiré.
  No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto. Y no harás conforme a sus obras. Al contrario, destruirás completamente los dioses de ellos, y desmenuzarás sus columnas.
    No hagas pacto con ellos ni con sus dioses.
   Ellos no han de habitar en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, sirviendo a sus dioses; porque esto sería causa de tu ruina. (21)

  Como verán —y como ya dije anteriormente—, eso de que Dios es Amor y de que todos somos iguales ante sus ojos, lo inventaron más tarde los cristianos, para captar prosélitos.
  Hay algunas leyes más en Levítico, Números y Deuteronomio. Las veremos en unos meses. Espero que, hasta entonces, por no conocerlas, no infrinjan alguna sin saberlo.
   Dios se apiade de los seguidores de este blog.
   Amén.

     (1) Génesis 41:12, 13
     (2) Génesis 42:9, 17, 24
     (3) Éxodo 1:10-14
     (4) Éxodo 4:1
     (5) Éxodo 4:2-8
     (6) Éxodo 10:1, 2
     (7) Éxodo 14:17, 18
     (8) Éxodo 15:26
     (9) Éxodo 21:12-14; Números 35:10-15; Deuteronomio 4:41-43; 19:1-6
     (10) Éxodo 21:15
     (11) Éxodo 21:16
     (12) Éxodo 21:17
     (13) Éxodo 21:20, 21
     (14) Éxodo 21:26, 27
     (15) Éxodo 21:28, 29
     (16) Éxodo 22:2, 3
     (17) Éxodo  22:3
     (18) Éxodo 22:18
     (19) Éxodo 22:19
     (20) Éxodo 22:20
     (21) Éxodo 23:23, 24, 32, 33

5 comentarios:

  1. Este dios es un posesivo manipulador neurótico de mierda... Me hace acordar a mi mamá...

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  2. Y no me quedó claro lo de ayuntarse con bestias y lo que si tu buey se carga a uno a vos te fajan... Me parece que el derecho hebreo anda medio flojo en el tema animal....

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  3. menos mal que no estoy bautizado por que si no estaría muerto irremisiblemente

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  4. Mierda.....soy un infractor! Asique una corneada está legalizada pero por dos vas en yuta......mmmmm
    Pero para que está La Confesión? Es como una moratoria de AFIP
    Me encantan estas historias aggiornadas.
    Un abrazo.

    Sobre la ira de Dios...hay algo que escribi recientemente.......en Cielo S.A.

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  5. Mateo: ¡Dios es una gran Madre!

    José Gabriel: ¿Qué pasó? ¿Te ayuntaste con bestia?

    Dany: ¡Me alegro de que te guste leerme!
    La confesión es otro invento cristiano. Moratoria las bolas. En aquel entonces, te mandabas la cagada y eras muerto irremisiblemente.
    Te mando un abrazo.
    Gracias por pasar.

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