sábado, 12 de octubre de 2013

DAVID SE EMPERNA A LA MUJER DE OTRO

Primer Libro de Samuel, capítulos 18 al 31.
Segundo Libro de Samuel, capítulos 1 al 12.


Habíamos dejado a Saúl y David contando prepucios.

Ahora apretamos la tecla de avance rápido.

Ya les dije que el vínculo entre Saúl y David era ambivalente. Que Saúl oscilaba entre el odio y la culpa, y que a lo largo del primer libro de Samuel intenta matar a David reiteradas veces para luego arrepentirse. Es decir: intenta matarlo y se arrepiente, vuelve a intentar matarlo, vuelve a arrepentirse. Así hasta que vienen los filisteos y lo cagan matando a él. Y punto. Chau, Saúl; chau, primer libro de Samuel. A otra cosa.

Para más detalles de la historia de Saúl y David ya les recomendé que lean Saúl, la obra teatral de André Gide. Vuelvo a hacerlo.

Pasamos al segundo libro de Samuel. Seguimos en avance rápido. Ya vimos que ahora es David el elegido por Jehová para reinar sobre Israel. Pero cuando muere Saúl, los hebreos ponen a su hijo Is-boset en el trono. Les dura casi tan poco como a nosotros, en su momento, Rodríguez Saá. Luego de cruentas luchas intestinas, unos chabones entran a su casa, lo hieren en el vientre y le cortan la cabeza —a Is-boset, Rodríguez Saá aún no había nacido—. Muerto el hijo de Saúl, los hebreos ponen a David en el trono. Han hecho falta litros de sangre derramada para que las cosas estén como las quiere Dios.

En el capítulo cinco, David mata jebuseos y filisteos.

En el capítulo ocho, moabitas, siros y más filisteos.

En el capítulo diez, amonitas y más siros.

Así siguió David haciéndose más y más grande; porque Jehová, el Dios de los Ejércitos, era con él. (1)

Llegamos al capítulo once y volvemos a la velocidad de avance normal, porque aquí viene los que quiero contar.

Los hebreos seguían en guerra con los amonitas. David supervisaba todo desde su casa.

Y aconteció un día, al caer la tarde, que David se levantó de su cama, y se paseaba sobre la terraza. Y desde allí vio a una mujer que se bañaba, y la mujer era sumamente hermosa.

Y mandó a preguntar:

¿Quién es esa mina? (2)

Bat-seba —le respondieron—. Mujer de Urías heteo.

En ese momento, el tal Urías se encontraba en el frente de batalla.

Entonces, David convocó a Bat-seba al palacio. Y ella vino a él, y él se la re garchó. Luego ella volvióse a su casa. (3)

Pero he aquí que la mina quedó embarazada. De modo que, días después, dio aviso de esto a David. (4)

Mierda, pensó David, y envió un mensaje a Joab, jefe del ejército.

«Mandame a Urías heteo», decía. (5)

Días después, Urías se presentaba ante él.

—¿Cómo andás, Urías? —preguntó David—. ¿Todo bien?

—Todo bien —dijo Urías—. Todo tranquilo.

—Bien —dijo David—. Me alegro. ¿Cómo anda el amigo Joab?

—Bien, bien…

—¿Y la guerra cómo va? ¿Están haciendo cagar a esos amonitas?

—Sí, los estamos haciendo mierda.

—Perfecto. Así me gusta. Todo en orden. Bueno, Urías, gracias por la info. Ahora andá a tu casa, lavate las patas, morfate algo, descansá… Bien merecido lo tenés. Y mañana pegás la vuelta. (6)

Mas Urías se acostó a la entrada de la casa del rey, con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa.

Al día siguiente, David fue informado sobre esto.

—¡¿Pero qué hace este pelotudo?! —dijo, y lo mandó a llamar.

—¿Sí? —dijo Urías.

—¿Por qué no bajaste a tu casa, bolas? —dijo David—. Debés estar agotado… Acabás de llegar de viaje. (7)

Joab y mis compañeros están acampados al raso —dijo Urías—. ¿Por ventura había yo de irme a mi casa, para comer, y beber, y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida, y por la vida de tu alma, que no haré tal cosa!

—O.K. —dijo David—. Quédate aquí hoy también y mañana te despacharé.

Urías, pues, se quedó en Jerusalem aquel día. Y David lo invitó a comer con él y lo hizo emborrachar. (8) Pero no hubo caso: incluso así, en pedo como estaba, Urías seguía firme en su actitud, y esa noche tampoco bajó a su casa.

Habiendo fracasado su plan, David tomó una medida más drástica. A la mañana siguiente, despachó a Urías con una carta para Joab.

La carta decía: «Poned a Urías al frente, en lo más recio del combate, y retiraos de en pos de él, para que sea herido y muera». (9)

Joab estaba sitiando la ciudad de Rabbá. Obedeciendo la orden de David, puso a Urías en las primeras filas. Los hombres de la ciudad hicieron una salida. Los hebreos los rechazaron, empujándolos de nuevo hasta la puerta. Pero esta maniobra los expuso al ataque de los arqueros apostados en lo alto del muro. Las flechas hirieron a varios hombres, entre ellos a Urías, que murió. (10)

Al oír que era muerto su marido, Bat-seba prorrumpió en lamentos. Mas cuando hubo pasado el luto, David la recogió en su casa —cualquier modo en que interpreten esta frase es correcto—. Y ella fue su mujer, y parióle un hijo.

Tengan en cuenta que «ella fue su mujer» significa «ella vino a sumarse a las mujeres que él ya tenía». Recordemos que entre los hebreos no había restricciones respecto a la cantidad de mujeres que podía tener un hombre. Y en este contexto, el verbo tener está bien empleado, ya que la mujer pertenecía a su marido. Por eso, el mandamiento que condena la codicia dice: «No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo». (11) La mujer era una pertenencia más entre todas la que podía tener un hombre.

Posteriormente, los católicos dividieron este mandamiento en dos: «No desearás la mujer de tu prójimo» —que luego, en la época de Juan Pablo II, se convirtió en «No consentirás pensamientos ni deseos impuros»— y «No codiciarás los bienes ajenos». Y para mantener la cantidad de mandamientos, suprimieron el que dice: «No harás para ti escultura, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni de lo que está abajo en la tierra, ni de lo que está en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les darás culto». (12)

O tal vez fue al revés: dividieron el mandamiento de la codicia para suprimir el de las imágenes y así poder vender estampitas de la Virgen, San Cayetano, San Jorge, San Cono y el papa Francisco.

Pero volvamos a lo nuestro. Entre los hebreos, entonces, un hombre podía tener las mujeres que quisiera, siempre y cuando le diera el cuero para mantenerlas. Por eso, si bien la ley era igual para todos, quienes solían tener varias mujeres eran los hombres poderosos. Tal era el caso de David, que en la época de este relato tenía por mujeres a Micol —aquella a quien había comprado por doscientos prepucios—, Ahinoam, Abigail, Maaca, Haguit y Abital, entre otras.

Días después del nacimiento del niño de Bat-seba, Natán, profeta, fue de visita al palacio. Se presentó ante David y le dijo:

Había dos hombres en una ciudad, el uno rico y el otro pobre. El rico tenía ovejas y vacas en grande abundancia. El pobre nada tenía sino una corderita pequeña, que él había comprado y había criado, y la cual había crecido con él y con sus hijos. De su bocado de pan comía, y de su copa bebía, (13) y en su seno dormía: le era como una hija suya.

»Vino una vez un caminante al hombre rico. Mas él no quiso tomar cosa alguna de sus rebaños para convidarlo, sino que tomó la corderita de aquel hombre pobre y la hizo cocinar para servirla al hombre que había venido a él.

David —que sería muy hábil con la honda, pero no se le daba mucho eso de las alegorías— exclamó:

¡Vive Jehová, que es digno de muerte el hombre que ha hecho eso! ¡Y pagará el valor de cuatro ovejas, por cuanto ha obrado sin piedad!

¡Tú eres aquel hombre! —lo interrumpió Natán—. (14) Así dice Jehová: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor las he dado en tu seno. Y si esto te pareciera poco, te habría dado por añadidura tales y tales cosas. ¿Por qué, pues, has despreciado el mandamiento de Jehová, haciendo lo que es malo a sus ojos? ¡A Urías heteo has muerto a cuchillo, y a su mujer has tomado por mujer tuya, matándole a él con la espada de los amonitas!

»Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa, por cuanto tú me has despreciado. He aquí que yo levantaré el mal contra ti de en medio de tu misma familia. Y tomaré tus mujeres ante tu misma vista, y las daré a tu prójimo, el cual se acostará con ellas a vista de este sol. Porque tú lo has hecho en secreto, mas yo haré esta cosa delante de todo Israel, y delante del sol. (15)

¡He pecado contra Jehová! —dijo David, como si recién cayera en la cuenta.

—Sin embargo, no morirás —dijo Natán—. Pero puesto que con este hecho has dado a los enemigos de Jehová sobrada ocasión de blasfemar, el niño que te ha nacido morirá irremisiblemente. (16)

Y así fue. Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había parido a David, de modo que enfermó gravemente. (17) Y aconteció que al séptimo día murió, (18) a pesar de que David rogó a Dios por él, haciendo ayuno y permaneciendo acostado en tierra junto a su lecho todo el tiempo que duró su padecimiento. (19)


(1) 2º Samuel 5:10
(2) 2º Samuel 11:3
(3) 2º Samuel 11:4
(4) 2º Samuel 11:5
(5) 2º Samuel 11:6
(6) 2º Samuel 11:7, 8
(7) 2º Samuel 11:10
(8) 2º Samuel 11:13
(9) 2º Samuel 11:15
(10) 2º Samuel 11:23, 24
(11) Éxodo 20:17
(12) Éxodo 20:4, 5
(13) Dios, beber de la copa chupada por una oveja…
(14) La fábula de Natán grafica muy bien lo que dije antes sobre el valor que se da a las mujeres en la Biblia: la mujer de Urías y las de David son comparadas con ganado.
(15) 2º Samuel 12:11, 12
(16) 2º Samuel 12:14
(17) 2º Samuel 12:15
(18) 2º Samuel 12:18. Es notorio que matar a un niño le demande a Jehová un día más que crear un mundo.
(19) 2º Samuel 12:16, 17

7 comentarios:

  1. Lo mismo pasa en la película "El hombre de la máscara de hierro" (a veces veo películas mejores, che). El rey que quiere tener vía libre con la mina manda al novio a lo más áspero de la batalla, donde muere. La novia desconsolada, y creo que también para sacar a su padre de la cárcel, se va a vivir con el rey al palacio. Se habrán inspirado en la Biblia o es una táctica ya conocida que hacían los reyes?
    Me gusta mucho como usas los diálogos para quitarle toda solemnidad al asunto.
    ¿Escribiste algo sobre el pecado original? Invenciones si las hay...

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  2. Dios debería haber liquidado a los judíos y haberse ido con otros, no sé, los esquimales por ejemplo, a ver si tenía más suerte.

    O con los egipcios, que con el cagazo que les había dado en la época de Moisés seguro le iban a hacer caso en todo.

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  3. quiero comprar una casa con prepucios , dios le hizo pagar a David por lujurioso y gato en celo.

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  4. Ya se que es absurdo buscar coherencia en la biblia, pero eso de comprar una mujer con prepucios me supera ampliamente...

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  5. Lo de los mandamientos que decís es la posta... El Islam (que como todos sabemos tiene similares raíces hebreas que el cristianismo, aunque ahora se las den todos de que no se pueden ni ver y festejen los bar mitzvah, las confirmaciones y lo que mierda tengan los árabes, todos por separado) todavía conserva el mandamiento de no representar bajo ningún motivo para no incentivar la idolatría, por eso es una religión verdaderamente monoteísta.

    Este Yahvé es un grosso, cada vez lo quiero más: infanticida, vengativo, celoso... Me hace acordar a una suegra que yo tenía.

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  6. me encantó la palabra "empernar".la voy a usar, jajaja.

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  7. Lorena: ¡No sabía lo de "El hombre de la máscara de hierro"!
    Sobre el pecado original, acá:
    http://carneconalambre.blogspot.com.ar/2011/12/palabra-de-dios-adan-y-eva.html
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Hugo: Jajaja. ¡Sí! ¡Con los esquimales habría estado bueno!

    José Gabriel: Una casa con prepucios,
    hacia el sur hay un lugar.
    Ahora mismo voy allá,
    porque ya no aguanto más.

    Nachox: Supongo que es lo que se llama comercio carnal.

    Mateo: TODO lo que digo es la posta, papá.
    Un abrazo para vos y un pedido de misericordia para tu antigua suegra.

    Nele: Ok. Pero no cuentes que yo te la enseñé.

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