domingo, 19 de enero de 2014

DUELO DE PROFETAS

Primer Libro de los Reyes, capítulo 2 al 18.


David, hijo de Isaí, reinó sobre todo Israel.

Y fueron los días que reinó sobre Israel cuarenta años.

Y murió en buena vejez, saciado de días, y de riquezas, y de gloria. Y Salomón, su hijo, reinó en su lugar. (1)

En un comienzo, Salomón fue un hombre justo y devoto de Jehová. Pero después se fue enganchando con un montón de minitas extranjeras y comenzó a adorar a los dioses de ellas. (2)

Oh, Dios, ¿será posible que las mujeres siempre arruinen todo?

Con lo cual se indignó Jehová contra Salomón, puesto que su corazón se había apartado de Jehová el Dios de Israel.

Por tanto, Jehová dijo a Salomón: Por cuanto no has guardado mi pacto y mis estatutos, sin falta rasgaré tu reino y lo daré a un siervo tuyo. Sólo que en tus días no haré esto, por amor a David tu padre, sino que lo rasgaré de mano de tu hijo. Mas no le arrebataré el reino todo; le dejaré una tribu, por amor a David mi siervo.

Y así fue. Luego de muerto Salomón, reinó en su lugar su hijo Roboam. Los israelitas no estaban contentos con él, porque era un tirano explotador, (3) de modo que se sublevaron y constituyeron como rey a Jeroboam. Sólo la tribu de Judá siguió fiel a Roboam.

Sin embargo, Jeroboam no fue mejor que Roboam. Ambos hacían lo que era malo a los ojos de Jehová, permitiendo que sus súbditos adoraran a otros dioses, fueran homosexuales (4) y cosas por el estilo. A partir de aquí, como antes ocurriera con los jueces, los monarcas de ambos reinos se van sucediendo, siendo algunos buenos y otros malos a los ojos de Dios. Y la suerte de sus reinos está ligada a su comportamiento: los que se portan bien son premiados —vencen a sus enemigos—, los que se portan mal son castigados —son vencidos por sus enemigos—. Pero este mecanismo, que serviría para amaestrar a un mono, no funciona con esta gente. Son tan viles que siguen pecando a pesar de todo: los períodos malos superan a los buenos hasta que, finalmente y como consecuencia de esto, ambos reinos son destruidos —Israel por los asirios y Judá por los babilonios— y sus habitantes son deportados a otras tierras ocupadas por los imperios invasores.

Esto que resumo es, prácticamente, todo lo que pasa en los dos libros de los Reyes y en los dos de las Crónicas. Si el libro de los Jueces era aburrido, estos cuatro lo son más. Salvo, claro, algunos episodios que les narraré en esta ocasión y en próximas entregas.

Apretemos, pues, la tecla de avance rápido nuevamente.

Jeroboam, rey de Israel, muere. Lo sucede su hijo Nadab. Nadab es malo. Reina dos años. Baasa conspira contra él, lo mata y reina en su lugar. Baasa es malo. Reina veinticuatro años. Muere y lo sucede su hijo Ela. Ela es malo. Reina dos años. Zimri conspira contra él, lo mata y reina en su lugar. Zimri es malo. Reina siete días. Es derrocado por Omri y se suicida. Omri es más malo que todos los reyes anteriores. (5) Reina doce años. Muere y lo sucede su hijo Acab.
  
Y acab volvemos… Perdón: y acá volvemos a la velocidad de avance normal.

Acab hizo lo que era malo a los ojos de Jehová más que todos los reyes de Israel que habían sido antes de él. Porque aconteció que tomó por mujer a Jezabel, hija del rey de los sidonios, y edificó un templo a Baal, y le adoró.

En ese tiempo aparece en escena Elías, uno de los profetas más importantes de la Biblia, feroz oponente de Acab y Jezabel. A partir de que anuncia a Acab la sequía que se viene como castigo por su conducta, es perseguido y permanece escondido durante tres años.

Cumplido ese plazo, Elías tuvo revelación de Jehová que decía: Anda, muéstrate a Acab, porque voy a dar lluvia sobre la tierra.

Elías fue al encuentro de Acab.

¿Estás tú aquí, perturbador de Israel? —dijo Acab al verlo.

Yo no he perturbado a Israel —respondió Elías—, sino tú y la casa de tu padre, por haber dejado los mandamientos de Jehová y haber seguido a Baal. Ahora bien, congrégame a todo Israel en el monte Carmelo. Y también a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal.

Por alguna razón que se me escapa, a pesar de que durante la ausencia de Elías los demás profetas de Jehová habían sido sistemáticamente perseguidos y aniquilados, Acab obedece la orden de Elías en vez de capturarlo y ejecutarlo.

Supongo que el escritor estaba muy caliente con la escena que sigue —a mí me habría pasado lo mismo, está re copada— y no se le ocurrió un modo más verosímil de llegar a ella.

Estaban, pues, todos los hijos de Israel y los profetas de Baal reunidos en el monte Carmelo.

Y Elías dijo al pueblo:

¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si Jehová es Dios, seguidle; mas si lo es Baal, entonces seguidle a él.

Mas el pueblo no respondió palabra.

—Bueno —dijo Elías—, miren, hagamos una cosa: traigan dos terneros, uno para los profetas de Baal y uno para mí. Los cortamos y, ellos en su altar y yo en el mío, los ponemos sobre leña, pero sin encenderla. Después, cada uno invoca a su dios. Y el dios que responda encendiendo el fuego, es el Dios posta. (6)

A lo cual respondió todo el pueblo:

¡Bien dicho!

—Arranquen ustedes que son más —dijo Elías a los profetas de Baal. (7)

Entonces, ellos agarraron su ternero, lo prepararon e invocaron a su dios, diciendo: ¡Oh Baal, óyenos! Y los cuatrocientos cincuenta saltaban junto al altar, y clamaban a grandes voces, y se tajeaban a ellos mismos con cuchillos, conforme a su costumbre, hasta chorrear sangre (8) —algo así como punks haciendo pogo en un recital de GG Allin—.

Pero no pasaba nada.

Y, mientras, Elías se burlaba de ellos.

—¡Griten más fuerte! —decía—. Es dios, pero quizás está de viaje. ¡O tal vez duerme y hay que despertarlo! (9)

Así estuvieron desde la mañana hasta la tarde, mas no hubo quien respondiese.

Entonces, Elías dijo al pueblo:

Acercaos a mí.

Y el pueblo se le acercó. Y él compuso el altar de Jehová que estaba derribado, e hizo alrededor del altar una zanja. Luego, preparó la leña y puso sobre ella el ternero trozado. Y, nomás pa’ hacerse el guapo, dijo a quienes le rodeaban:

Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.

Y ellos obedecieron.

—Otra vez —dijo Elías.

Y ellos lo hicieron de nuevo.

—Otra vez más —dijo Elías.

Y ellos lo volvieron a hacer, de modo que el agua corría alrededor del altar, y también la zanja quedó llena de agua. (10)

Y Elías dijo:

¡Oh Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, hoy mismo sea conocido que tú eres Dios en Israel! ¡Respóndeme, oh Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios verdadero!

Entonces —charáaan—, cayó el fuego de Jehová y consumió el ternero, y la leña, y las piedras, y el polvo; y aun lamió el agua que había en la zanja.

¡Un aplauso para el asador!

Y lo vio todo el pueblo, por lo cual cayeron sobre sus rostros, diciendo:

¡Jehová es el Dios! ¡Jehová es el Dios!

Y Elías les dijo:

¡Atrapad a los profetas de Baal! ¡No se escape ni uno!

Ellos obedecieron. Y Elías llevó a los profetas a un arroyo, y allí los degolló. (11)


(1) 1° Crónicas 29:26-28 
(2) 1° Reyes 11:1-5
(3) 1° Reyes 12:1-5, 12-14
(4) 1° Reyes 14:24
(5) 1° Reyes 16:25
(6) 1° Reyes 18:23, 24
(7) 1° Reyes 18:25
(8) 1° Reyes 18:26, 28
(9) 1° Reyes 18:27
(10) 1° Reyes 18:33-35
(11) 1° Reyes 18:40

10 comentarios:

  1. A qué se referirá exactamente cada vez que dice "Cayó el fuego de Jehová"? Erich Von Dainiken no encuentra mejor explicación que las armas laser de las naves alienígenas que pululaban por entonces... Lo cual me parece perfectamente razonable.

    Otra cosa: qué onda este Yahveh con David que lo quiere tanto? Yo lo tengo igual o más montado en un huevo que a todos los otros...

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  2. Cuando terminé de leer pensé más o menos lo mismo que dice Mateo en el comentario anterior. Hay algo muy raro en el fondo de todas estas historias, que evidentemente no son un invento del que se sentó a escribirlas, porque no tendría ningún sentido inventarlas. No es que el hombre tuvo la necesidad de creer en la existencia de un creador, es que el creador existió. Y evidentemente tenía la capacidad de partirte al medio con un rayo, o de volar en una "carroza de fuego". Más allá de la enorme cantidad de chantas que hay especulando sobre estos temas, es muy evidente que algo raro pasaba en aquella época, y que los ñatos lo fueron describiendo como mejor pudieron. Y después se tuvieron que conformar con armar sobre eso las religiones, porque evidentemente, un día "Dios" dejó de hablar y de aparecerse a cada rato a la vuelta de la esquina. ¿Se habrá muerto? ¿Se pudrió de querer enderezar a los inútiles que había creado y se fue a la mierda? ¿Volverá?...
    Párrafo aparte, la sucesión de reyes de mierda que tuvo Israel, se parece demasiado a la sucesión de gobernantes de mierda que tuvimos nosotros en los últimos doscientos años. ¿Seremos los elegidos de Jehová y no nos dimos cuenta? :p

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  3. Permítanme disentir sobre las armas láser.
    Yo creo que Elias entendía de meteorología y, estando por caer tormenta, creo condiciones en las que propició un rayo pegue sobre su cordero. Era un capo. Para ser profeta no basta con tener labia, hay que estudiar un poco también.

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  4. Mateo: Pronto viene la parte en que un OVNI se lleva a Elías.
    Obviamente, Jehová quiere tanto a David porque fue uno de los reyes que mató más gente de otros pueblos para expandir el territorio de Israel.

    Dan: Recemos para que Dios no vuelva.

    Señor Potoca: Hace poco, una amiga vio un documental que hablaba sobre la posibilidad de explicar de modo científico algunos episodios de la Biblia. Y en ese documental se sugería que Elías podría haber utilizado alguna sustancia química en el truco del cordero que se enciende solo.
    Con tus conocimientos de química, vos podrías ser un buen profeta. ¿No te parece?

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    1. Y... usar tus conocimientos de química, que en esa época no eran de dominio público, para tener poder y seguidores... suena tentador.

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  5. Alguna vez vieron caer un rayo de relativamente cerca? No es una cosa que puedas ver a menos de cien metros y festejarlo...

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    1. Jajaja. Es verdad. Calculo que hubieran quedado todos carbonizados, incluido Elías. Yo me inclino por la teoría de la sustancia química y ciertos dotes de prestidigitador.

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    2. En la Biblia no especifican a que distancia estaba Elias y su grupete del cordero. A veces asumimos cosas que no están escritas.

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