domingo, 5 de enero de 2014

SIN ARREGLO

Ulises tenía cierta habilidad para reparar electrodomésticos. Era algo que había aprendido solo. Abriendo, desarmando y volviendo a armar, rompiendo. Gracias a la práctica y mediante el método de prueba y error, había adquirido algunos conocimientos técnicos que volvía a aplicar ante situaciones conocidas. El resto de las veces, sus manos operaban movidas por la intuición.

A menudo, terminaba un trabajo y, habiendo ensamblado el aparato y comprobado su funcionamiento, descubría que le habían quedado algunas piezas afuera.

—Si así funciona, es porque esto sobraba —decía, y daba por liquidado el asunto.

Un día, decidió lucrar con su habilidad. Se asoció a un amigo que también se daba algo de maña con los aparatos y juntos iniciaron un pequeño emprendimiento comercial.

El ochenta por ciento de las veces, lograban arreglar el electrodoméstico. En el resto de las ocasiones, el aparato terminaba con daños irreparables.

Para zafar, Ulises y su compañero entregaban al damnificado otro aparato.

¿De dónde lo sacaban?

De otro cliente.

Así pateaban el problema para adelante.

Cuando el segundo cliente reclamaba su televisor, por ejemplo, le decían que el arreglo se había demorado por un imprevisto. Y esperaban a que cayera un incauto con un tercer televisor, para solucionar el conflicto del mismo modo que el anterior. Y así.

Obviamente, el elemento aportado por el próximo cliente no siempre equivalía al objeto demandado por la víctima —tal vez el nuevo elemento era una aspiradora—, lo cual demoraba las cosas.

A medida que el tiempo pasaba, se iba haciendo más difícil resolver este tipo de situaciones. Ya que en el medio de este proceso tarde o temprano se rompía otro televisor, cortando la cadena de indemnizaciones —o más bien obligando a iniciar una segunda, paralela a la primera— y generando otro cliente descontento, simultáneo al anterior.

Cada vez que se rompía un aparato de naturaleza distinta a los dañados anteriormente —licuadora, radio, secarropas—, se iniciaba una nueva cadena de indemnizaciones. Si bien esto aumentaba las probabilidades de que el objeto aportado por la próxima víctima resolviera alguno de los problemas en espera, los damnificados simultáneos fueron aumentando de tal forma que nuestros dos emprendedores estaban todo el tiempo haciendo malabares con los electrodomésticos disponibles.

—Una vecina me dio esta videocasetera —decía, por ejemplo, Ulises.

—Bárbaro, la arreglamos y se la damos a la vieja de Sarmiento —decía su compañero. Y agregaba—: Che, hoy el dueño de la rotisería volvió a reclamar el ventilador…

—Creo que mañana entra uno —decía Ulises.

Todas las cadenas se cortaron al mismo tiempo. El día que un gordo gigantesco, dueño de un minicomponente, perdió la paciencia y, aferrando a Ulises por el cuello, lo alzó en el aire al tiempo que lo amenazaba con un puño del tamaño de un melón.

De inmediato, Ulises le entregó el dinero equivalente al valor de un equipo nuevo y abandonó el negocio. Entendió que sus ocupaciones habituales, el robo nocturno de comercios y el asalto a mano armada, eran actividades menos riesgosas que esta.

10 comentarios:

  1. Eso fue como una cadena de favores, pero a la fuerza. Jajaja!

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  2. Te conté que fui electricista un año? Nuestra estrategia era el viejo "esto no se puede arreglar porque tiene roto el bla bla bla"... Igual, siempre se te embola alguno...

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  3. Como siempre, muy bueno tu relato y muy de temer tus personajes!!
    Los oficios de reparaciones, sean de la índole q sean, siempre son una cagada. X un lado tenés q tener muchisimo conocimiento, xq todos son problemas/casos diferentes. X otro lado, la mayoria d la gente q quiere "arreglar" algo roto, es miserable (dije la mayoria, no me peguen). Pretenden que le hagas un laburo de bocha d horas y le cobres aprox el 10% del valor de cuando compró el artefacto en el 1 a 1 (que seguramente fue fabricado en otro país usando mano de obra esclava) Sinó, piensan q les estás robando y que sos un garca q se hace la América. Aunque ellos mismos ganen 10 veces más en su laburo, rascándose las bolas y les parezca poco. Bue, hice catarsis :P jaja. Besos. Val.

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  4. Este Ulises.........me fui yendo para atrás hasta su primera aparición. Que cuñadoooo. Abrazo

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  5. masomeno como los tan en boga esquemas ponzi. Lo curioso es que Ulises no se haya avivado de que en general, los ejecutores casi siempre salen bien parados... Por el aeropuerto mas cercano, eso si.

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  6. Dani, me encantaria dejar de encontrarte por todos lados menos en mi blog. Peste.

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  7. Me gustó el remate, que haya llegado a la conclusión que robar a mano armada es menos peligroso que arreglar los aparatos eléctricos.¿La opción de decir que los aparatos no tienen arreglo no era viable en ciertos casos? Me parece que a la larga, por algo así como la culpa, se hacían cargo de aparatos que no hubiera podido arreglar nadie. Es raro que se me ocurra a mí, que no soy de defender a Ulises.

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  8. tengo una curiosidad ,alguna vez el señor ulises . intento arreglar problemas de gas?

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  9. Feliz año!
    (ando poco lectora, pero ya me pondré al día con las historias de por aquí -quería saludar nomás).

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  10. Dan: Algo así, jajaja.

    Mateo: ¡No, no me habías contado que fuiste electricista! Tu estrategia era menos riesgosa que la de Ulises.

    Val: ¡Me alegro de que te haya gustado el relato! =)
    ¡Leí tu comentario imaginando que hablabas como Violencia Rivas!
    ¡Besos y gracias por pasar!

    Dany: ¡Así que estuviste viajando por el tiempo! ¡Qué bueno!
    ¿Viste qué cuñado?
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    Zeithgeist: ¡No sabía nada sobre los esquemas Ponzi! Ahí googleé y ahora sé de que se trata. Sí, podríamos decir que lo de Ulises era algo así. =)
    ¡Bienvenida a Carne con Alambre!
    ¡Saludos y gracias por pasar!

    Lorena: ¡Me alegro de que el texto te haya gustado!
    Yo creo que Ulises y su compañero no decían a esos clientes que sus aparatos no tenían arreglo porque se daban cuenta de eso recién después de haberlos arruinado del todo. Y si el cliente llevaba el aparato a otro técnico, el nuevo diría, seguramente: "¿Quién fue el animal que metió mano acá adentro?".
    Y más que culpa, yo creo que lo de Ulises venía por el lado de creer que podía con todo.

    José Gabriel: ¡Hace poco le arregló el calefón al hermano! ¡Y la casa no explotó!

    diana bz: ¡Feliz año para vos también!
    Es un gusto verte por aquí.
    Recibo con alegría tu saludo y te deseo lo mejor para este nuevo año que comienza. =)

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