lunes, 30 de enero de 2012

NUNCA LE PIDAS AYUDA A TU HERMANO

Año 2000. Claudio G ya no vivía con su madre, pero la visitaba seguido. En una de esas ocasiones, conoció a Natalia D, que vivía en uno de los departamentos de planta baja. Pegaron onda y al tiempo se pusieron de novios.

Pronto comenzaron a tener problemas con un vecino del edificio, un muchacho de treinta años que vivía con su pareja en el segundo piso. El tipo se quejaba de que ellos se ponían a transar en la escalera y dificultaban el paso. Cada vez que volvía de la oficina, se los cruzaba. Ellos, en pleno éxtasis romántico, hacían oídos sordos a las quejas y seguían con su rutina amatoria. El tipo acumulaba presión.

Un día se quejó de otra cosa. La agarró a ella sola en los pasillos y la acusó de haberle robado ropa a su mujer. Ropa que había estado tendida en la terraza, secándose, y había desaparecido.

Natalia D le contó el episodio a Claudio G. Claudio G se indignó sobremanera. Y decidió intimidar al vecino.

En aquel entonces, Claudio G era flaquito, aún no se había vuelto adicto al ejercicio muscular. Y era, y sigue siendo, de estatura media tirando a baja. Solía agarrarse a trompadas, y era un luchador encarnizado; pero si sólo se trataba de intimidar, su contextura no lo ayudaba. Como la idea era sólo intimidar, sin dar golpe alguno, creyó oportuno pedirle ayuda a su hermano. Ulises M era más alto que él, más grande de edad y un poco más fornido. Y tenía más experiencia en eso de andar intimidando gente. Teniéndolo de escolta, la tarea iba a ser más fácil.

No fue necesario pedírselo dos veces. A Ulises M, este tipo de asuntos lo entusiasmaban como los juguetes a un niño. Unas horas después del pedido, ya estaba en la puerta del edificio, listo para la faena.

—¿Qué piso es?

—El segundo —respondió Claudio.

—Vamos.

—Acordate, vos dejame hablar a mí. Y si el chabón no se retoba, vos no haces nada, eh…

—Sí, sí…

Ulises tomó la delantera. Subía los escalones de a dos.

—¿Qué departamento?

—El D.

Ulises se rió.

—Uh, justo abajo del de mamá…

Fue el primero en llegar frente a la puerta. Y apenas llegó, tocó el timbre. Se dio vuelta y sonrió. Los ojos verdes relampaguearon.

—Si pregunta quién es, voy a decir que soy el cartero —dijo.

No hizo falta. Antes de que Claudio pudiese repetirle a su hermano que se quedara al margen, la puerta se entreabrió. Y Ulises terminó de abrirla de una patada. El dueño de casa recibió el impacto y retrocedió tambaleando. Ulises avanzó de una zancada. Se metió la mano en la camisa, sacó un revólver y, antes de que el otro pudiera recuperar el equilibrio, lo golpeó con el cañón en la cara, derribándolo.

Claudio paralizado en la entrada. Nada de esto estaba en los planes. Menos que menos el arma. Luego de un segundo de reprocharse a sí mismo el no haber previsto que algo así sucedería, entró al departamento y cerró la puerta tras de sí. El baile había comenzado, no quedaba otra que bailar.

Se quedó quieto. El corazón retumbándole en el pecho y en las sienes. Los ojos en el departamento, los oídos en el pasillo. La imagen congelada. El tipo en el piso. Descalzo, sin remera. Una mano sobre el pómulo, la otra mostrando la palma, en señal de sumisión. Como un animal. Su hermano, otro animal, apuntándole con el arma a la cabeza.

La mujer irrumpe en escena, gritando. Se interpone entre su pareja y el revólver. Está en corpiño y bombacha. Por esas cosas raras de la cabeza, Claudio piensa: Natalia le robó la ropa.

—¡¿Qué hacés en mi casa, hijo de puta?! —grita la mina.

Ulises no responde. Habla a través de ella, como si no existiera.

—¿Vos te hacés el pulenta, gil?

Se pasa el arma a la mano izquierda y con la derecha intenta golpear al tipo por arriba del hombro de la mujer. El tipo ya está de pie, medio encorvado. La mujer, erguida, como si quisiera detener a Ulises con los pechos. Los tres hacen un bailecito extraño. Ella siempre en el medio. Ulises se cambia el arma de mano y tira golpes por arriba de los hombros de ella, ahora el derecho, ahora el izquierdo, pero sin tocarla. El tipo esquiva, haciéndose chiquito. Giran hacia un lado, giran hacia el otro, en bloque. No hay música. Las bravatas de Ulises, los gritos de la mujer.

—¡Te escondés detrás de tu mina, maricón!

—¡Andate, hijo de puta!

—¡Mirala! ¡Tiene más huevos que vos, cagón!

El lunes, Claudio me llamó al laburo.

—Te tengo que pedir algo extraño. Necesito que la busques a Natalia y la traigas a lo de mi viejo.

Me reí.

—¿Qué es? ¿Un paquete?

—No, boludo… Lo que pasa es que en la casa no tienen teléfono y no tengo manera de comunicarme con ella.

—¿Y por qué no la buscás vos?

—Hubo un problema, después te explico… Por unos meses no voy a poder pintar por el edificio.

10 comentarios:

  1. Aaaah, buenoo!! Qué hermanitoo

    (Y otro Ulises tardó diez años para volver a Ítaca!)

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  2. pucha

    habiendo tantas formas de aprender eso de 'no es fácil pedir ayuda' a Claudio le vino a tocar una tan explícita.

    Ahora.
    ¿Tan difícil es esquivar a los purretes queriéndose en la escalera?
    ¿Cuánto pueden ser, 2 minutos al día como mucho?
    ¡Qué jodidos nos pone la edad!

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  3. Itatí Cantoral es la GRAN actriz (?) canta ahora http://www.youtube.com/watch?v=I-OMGMXIuzg (?) . Tuvo menos suerte que Thalia, pero será recordada por siempre como la maldita Soraya.
    Che, me gusto lo que escribiste. Uno se termina enganchando y quiere saber el final, y encima termina leyendo las otras entradas :)

    Que tengas un buen día, y gracias por pasar!

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  4. La queja era una boludez!! pero me mató Ulises, digamos... hay gente así en todos lados, esos que gustan de cagarse a trompadas!

    En fin, me gustó!

    Besos

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  5. Por un momento creí que iba a terminar en un asesinato.
    Me pegué, me gusta esa forma que tienes de hacer que uno pueda imaginarse lo que lee detalle a detalle. Saludos! =)

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  6. Lunática: ¿Viste? Un hermanito de lujo.
    Este Ulises nunca hubiera llegado a Ítaca: se hubiera ahogado en el camino.

    Café (con tostadas): En este caso, pedir ayuda fue lo más fácil del mundo. Pero después no había manera de detener esa ayuda. Pedirle ayuda a Ulises es como abrir el cubo de Hellraiser.
    ¿Jodidos con la edad? Hablá por vos. Yo soy como el vino: con la edad estoy cada vez más bueno.

    XO: ¡Qué lindo lo que me decís! ¡Gracias por el elogio! Me alegro de que te hayas enganchado con lo que escribo.
    Abrazo para vos y saludos a Itatí.
    ¡Gracias por pasar!

    Ramita: ¿Hay gente como Ulises en todos lados? Dios, por las dudas voy a empezar a salir armado.
    ¡Me alegro de que te guste lo que escribo! ¡Muchas gracias por el elogio!
    Beso y gracias por pasar.

    Melissa: ¡Qué lindo comentario! Me alegro de que te guste lo que escribo. ¡Gracias por tu elogio!
    Abrazo y gracias por pasar.

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  7. Hola, siii hay gente asi, dispuesta a golpear al primero que lo mira mal: en ese caso empiezan haciendo montoncito con los dedos al tiempo que dicen "que te pasa?" y si mediar respuesta empujan, o aplican un golpe de puño inmediato. Una locura no?

    Sigo leyendote, esta bueno!


    Rami

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  8. jajajaja

    Claramente, en este caso pedir ayuda fue muy fácil y las consecuencias muy complicadas. Si yo fuese Claudio habría aprendido a pensar 18 veces antes de pedir ayuda :)

    Ahora, ¿vos te ponés cada vez más bueno del verbo gentil o del verbo masticable?

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  9. Estimados: Soy Eusebio. Eusebio Q. Aquí lo gracioso es la inversión de roles, acerca de la ayuda y del ayudado. Claudio G creyó pedir ayuda a Ulises M, quien lo ayudaría. Pero resultó a la inversa. Claudio G cometió el error de mencionar el conflicto. Ulises M aprovechó ávidamente. Claudio G lo dejó ser, ya que era tarde para modificar la premisa. Entonces Claudio G ayudó a Ulises M, soportando la instancia que se desarrollaba ante sus ojos. Ulises M estaba siendo ayudado, tras recibir materia prima pura como aplacadora de sus penas (aunque más no fuese de forma temporal).
    En todo caso, la ayuda y el ayudado existieron aquí. El truco es saber encontrarse en el rol, pero en el momento indicado.
    Saludos a todos.

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  10. Muy buen punto. Muy interesante lo de los roles invertidos entre el ayudador y el ayudado.
    Bienvenido Eusebio Q.
    Abrazo y gracias por pasar.

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