domingo, 3 de marzo de 2013

JESÚS MUEVE LAS MANITOS

Pocos lo saben: la cafeína en exceso puede producir alucinaciones. Ahora, ustedes están enterados y pueden investigar sobre el tema si no me creen.

Por mi parte, les contaré el modo en que yo lo descubrí, sufriéndolo en carne propia.

Fue en el año 96, una noche que me quedé dibujando hasta tarde. Un dibujo para una compañera de escuela que me gustaba. En aquel entonces, eso era lo único que sabía hacer para acercarme a las chicas que me atraían. Y nunca lograba lo que me proponía. Ya saben: la timidez, la fimosis. No importa, no es el punto de esta historia.

El asunto es que era tarde y por la mañana tenía que pasear perros. Pero quería entregarle el dibujo a mi amada al día siguiente sin falta. Para mantenerme despierto, a pesar del sueño, decidí tomarme varios cafés. Y acompañarlos con un par de cafiaspirinas, como solía hacer en época de exámenes —cosa que más tarde pagaría con una gastritis erosiva, oh irreflexiva juventud…—.

Así estuve dibujando toda la noche y me acosté como para dormir dos horas, agotado y con la sensación de que mi cuerpo saldría flotando.

Me fui adormeciendo; pero, antes de lograr conciliar el sueño, sentí que alguien tosía dentro de la habitación.

Asustado, abrí los ojos de par en par y miré a mi alrededor.

Nada.

Alucinaciones hipnagógicas, me dije. De esas que uno tiene a veces antes de dormirse, en ese estado incierto entre la vigilia y el sueño. Porque era un chico tímido y con fimosis que sabía algo de neuropsicología.

Después de relajarme, comencé a adormecerme de nuevo.

En aquel entonces, tenía un despertador eléctrico. De esos que tienen radio y números luminosos. Mientras me invadía el sueño, mirando la luz roja, pude ver cómo se materializaba un dedo. Solo, sin mano, sin persona: un dedo que flotaba hacia el reloj.

Me sobresalté. Busqué el dedo. Había desaparecido.

Ya no sería tan fácil que me relajara, se había instalado en mí una sensación espeluznante.

Por tercera vez, intenté dormir. Los balbuceos de un bebé me hicieron desistir definitivamente. ¿Por qué algo tan inocente, fuera de contexto, producirá tal espanto? Maldije a mi cabeza por la mala pasada que me estaba jugando y me levanté, resignado a salir a trabajar sin haber dormido.

Decidí pegarme una ducha para despabilarme. Las toallas se guardaban en un placard que había en el living-comedor. Fui a buscar una.

A mi izquierda, la puerta de casa. En la puerta, una ventana de vidrio esmerilado, con una reja que forma rombos. Clavado en esa reja, del lado de afuera, una imagen del Cristo, puesta ahí por Raúl. Una de esas imágenes en las que hace un gesto con las manos como diciendo «¿y a mí qué me piden?». Está impresa sobre una plancha de madera y se la ha recortado siguiendo el contorno de la figura, de modo tal que desde donde estoy puedo ver su silueta.

Agita los brazos con gesto de alarma, intentando llamar mi atención.

Lo veo al pasar, y cuando abro el placard y tomo la toalla, caigo en la cuenta de lo que he visto. Quedo en pausa unos segundos, con la toalla en la mano. La vista clavada al frente. Y, como haría el pato Lucas, volteo la cabeza de nuevo para comprobar si lo que he creído percibir es cierto.

Y mientras lo hago, pienso: si Jesús está moviendo las manitos, voy a volverme loco.

El viento sacude una rama del tilo, que se superpone con la figura.

Cristo, nunca lo hagas, nunca lo hagas.

Prometo portarme bien.

7 comentarios:

  1. Me recuerda un campamento donde se contaban historias "de miedo" y luego se invitaba a los valientes a recorrer 300 metros en la oscuridad del campo para buscar algo en una gruta donde habia una imagen blanca de la virgen. Lo que no sabían es que con un reflector que la enfocaba "la hacían mover". No se como no se murió nadie del corazón.
    Sin duda un estado alterado de conciencia ya que Jesús hace rato que no mueve un dedo por la humanidad jaja.
    Lo espero en mis ahora numerosos espacios.
    Abrazo

    ResponderEliminar
  2. che el café era de filtro o batido?. apuesto que era de filtro que suele concentrar mas cafeína.que linda epoca donde uno se llenaba de cafeina y cafiaspirina para salir de la modorra, un amigo hizo esa convinacion explosiva por un examen que tenia que dar y en vez de ponerse a estudiar , se puso a bailar,
    buenas noches buen provecho

    ResponderEliminar
  3. Si al exceso de cafeína le sumás una importante falta de sueño... y si terminás viendo cosas.
    Me pasó de chico aunque sin la cafeína, de vacaciones en Córdoba con la familia, estando tirado en la cama empecé a ver "gente" (tirando a zombies, pero sin estár muertos o reclamar cerebros) que aparecían de una puerta cerrada y me pasaban por al lado. Hasta sentí una mano tocarme el brazo, con lo que me dí vuelta y me dormí. Y nunca mas hablé con nadie del asunto.

    ResponderEliminar
  4. Hemos perdido la fe... ya nos parece que el único milagro que puede hacer Jesús es mover las manitos...
    ¿No nos ha dado ya su padre acaso el café, las alucinaciones y hasta las mujeres que nos inspiran a dibujar?
    Nos hemos vuelto voraces. No nos alcanza ya con estas vidas miserables que llevamos sin saber porqué...
    Bueno... lo saludo sin mover mucho las manos, no sea cosa que piense que soy el nazareno...

    ResponderEliminar
  5. Tu capacidad descriptiva es indescriptible. Me metí tanto en el relato que cuando Cristo movió las manos, se me frunció el ocote.
    Fui a un colegio alemán, los Goebbels (perdón, quise decir profesores) nos mandaban a completar un Calitecno de un día para otro. Llegaba del colegio a mi casa a las 8 pm y me levantaba al otro día para tomar el micro a las 5 am. Obviamente pasaba toda la noche sin dormir, para llegar a completar el bendito cuaderno de caligrafía. Llegué a meterme varias cucharadas soperas de café molido en la boca, "saboreaba" un buen rato y después lo escupía. No sé bien que era lo que me mantenía más despierto, si el asco o la cafeína.

    ResponderEliminar
  6. Ya lo conté en este blog creo... Tenía un amigo que rezaba para que no se le aparezca Cristo porque le tenía miedo...
    La mayoría de las personas que me han dicho que vieron a Cristo y a la virgen y esas boludeces después se la siguen creyendo... Más neuropsicologia y menos ostias...

    Y la minita del dibujo?

    ResponderEliminar
  7. Dany: ¡Me encantó la historia de la estatua de la virgen!
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    José Gabriel: Era café de filtro.
    Qué bueno lo de tu amigo.
    Bonjour.

    Nachox: ¡Qué loco lo que me contás! Casualmente, una vez, de chico, tuve un sueño sobre muertos vivos estando en la casa que tenían mis abuelos en Córdoba. Los muertos estaban afuera, y entraban a la habitación en la que yo estaba a través de un túnel que desembocaba en un armario. Tu experiencia me recuerda a eso, que, casualmente, también ocurrió en Córdoba y estando yo de vacaciones.

    Alejandro Cossavella: Hombres necios de poca fe...

    Dan: Jajaja. ¡Qué técnica extrema la tuya con el café molido!
    Gracias por tu elogio. Me alegro de que el relato te haya gustado.

    Mateo: ¡Sí! Ya me contaste lo de tu amigo que rezaba para que no se le aparezca Cristo. Jajaja.
    Cuando mi vieja era adolescente, una vez, antes de dormirse o apenas despierta, no recuerdo, alucinó la imagen de Cristo pegándole en un pie.
    Hace unos meses, un norteamericano (creo) decía que se le había aparecido una imagen del Cristo en una sartén. Andaba por ahí mostrando la sartén y todo. ¿Leíste la noticia?
    ¿Y la minita del dibujo?
    Bien, gracias.
    Seguramente le gustó el dibujo.

    ResponderEliminar