domingo, 1 de septiembre de 2013

PIDE UN DESEO

El padre de Walter N era policía.

Cuando Walter era adolescente, cada vez que el padre juzgaba que se había portado mal, lo azotaba con el garrote reglamentario y lo encerraba por un día en el calabozo de la comisaría.

Falleció joven, antes de que su hijo cumpliera los dieciocho años.

Una década después, Ulises, Claudio y Walter están echados en el pasto, en la plaza de San Martín. Medio borrachos, medio drogados, adormecidos por el sol de la siesta. El silencio sólo es interrumpido, de cuando en cuando, por el zumbido de alguna mosca, hasta que Ulises habla.

—Si ahora mismo aparece un duende y nos dice que le pidamos un deseo, uno cada uno, ¿qué le piden?

Los otros dos no contestan.

—Lo que sea —sigue Ulises—. Lo que siempre desearon, por más que les parezca imposible. Pídanselo al duende y él lo hará realidad.

Tampoco obtiene respuesta. Los otros dos duermen con los ojos abiertos. Unas nubes cubren el sol. Se levanta una pequeña ráfaga de aire que hace revolotear algunas hojas alrededor de los tres compañeros. El sol vuelve a brillar, más intenso que antes. Cocina la piel. Una mosca se posa sobre la frente de Walter. Recorre el pómulo, la mejilla, el rostro de madera tallado a cuchillo, hasta llegar a los labios. Walter se lleva la mano a la boca. La mosca emprende vuelo. Hace un par de ochos en el aire y se posa en el mismo punto que acaba de abandonar.

—¡Ey! —dice Ulises.

Los otros dos se sobresaltan. No mucho, levemente.

—¿Qué? —pregunta Claudio, que parece más despierto.

—¡Tienen que pedirle un deseo al duende! —dice Ulises.

—Qué rompebolas… —dice Claudio.

—Yo le pediría garcharme a Flavia Palmiero —dice Ulises—. Desde chico que le tengo ganas. Desde que la veía en La Ola Verde.

Silencio de nuevo.

—¿Vos? —pregunta Ulises—. ¿Qué le pedirías?

—Garcharme a Carlitos Balá —dice Claudio—. De chico lo veía todas las tardes.

Ulises se ríe.

—Le das el chupete para el chupetómetro —dice.

Cuando termina de festejar su propio chiste, arremete otra vez.

—¿Vos, Walter? —pregunta—. ¿Qué le pedirías al duende?

Walter parece estar en otro lado, los ojos rojos clavados en la nada. Sin embargo, luego de unos segundos da su respuesta.

—Que mi viejo volviera —dice—. Aunque sea por un rato.

Incómodos, Claudio y Ulises cruzan miradas. Walter completa:

—Para cagarlo a trompadas.

9 comentarios:

  1. Yo, en lo personal, me quedo con Flavia Palmiero... pero bue, son gustos.

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  2. terrible. cuántas veces queda la impotencia de cagar a trompadas a alguien, aunque sea después de la puta muerte. A veces las palabras no sirven, o si sirven; pero con ciertas personas no.
    Genteque noooo.

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  3. por eso hay que cargarse a trompadas en el momento. si no te quedas con las ganas. pobre muchacho , hubiera deseado garcharse una tortuga ninja, pero no. por culpa de sus ganas le quedo picando el deseo de pegarle alto viaje al padre.

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  4. Mandame a la Cris Morena de "Jugate conmigo" duende hijo de puta!

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  5. Vos eras el duende o la mosca? :P
    Val

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  6. Nachox: ¿Y el Topo Gigio no te cabe? Siempre estaba cachondo.

    nele: ¿Vos también te has quedado con ganas de pegarle a un muerto? Espero que no.
    ¡Abrazo y gracias por pasar!

    José Gabriel: Eso. Si hubiera tenido una infancia normal, hubiera deseado garcharse una tortuga ninja, como cualquier hijo de vecino.

    Mateo: Qué tipo hijo de puta. ¿Podrías pedir la vacuna contra el SIDA y pedís eso?

    Val: Jajaja.
    No, Vale. Yo soy el narrador omnisciente. O sea: Dios.

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  7. No se, eso de la zoofilia me suena como raro...

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