domingo, 5 de octubre de 2014

CUENTO DE HADAS

Cuando cae la tarde, la mujer de la bolsa en la cabeza se mete en el Banco Ciudad. Extiende en el piso sus pertenencias, despliega el cartón que usa como cama y se dispone a pasar la noche.

Todos los días, religiosamente, se baña. Ahí mismo. El agua se la imagina. Los artículos de aseo también. Se desviste, se quita la bolsa de la cabeza. Se pasa las manos por todo el cuerpo.

En un tiempo, según me cuenta Alejandro, se lavaba con la canilla del edificio de acá al lado. Ahora no necesita ni eso.

Entra un muchacho a la librería. Me pide La Divina Comedia.

—Tengo estas dos ediciones —le digo.

—¿Sabés dónde hay un cana? —me pregunta mientras compara los dos libros.

—No —digo—, ni idea. ¿Por qué?

—En el banco de la esquina hay una mujer desnuda.

—Ah, sí… Está siempre.

—¿Y la cana no hace nada? —pregunta sin levantar la vista de los libros.

—¿Qué va a hacer?

—No sé… Llevársela.

—¿Adónde querés que se la lleven?

—A uno de esos refugios…

10 comentarios:

  1. ¿No viste al grupo alcon? digo para que la saquen del banco por que los pobres me molestan..... HAY ESTA GENTE QUE LEE LA DIVINA COMEDIA!!!!

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  2. "La Divina Comedia" es muy PRO...!!!

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  3. José Gabriel: ¿Viste?

    WOLF: ¿Te parece? Jajaja.
    ¡Bienvenido! ¿Cómo has llegado hasta aquí?
    Saludos y gracias por pasar.

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  4. Oiga, yo había dejado un comentario muy interesante ayer por la noche y no aparece. Debe ser un castigo del Señor.

    Bueno, no, era re cortito y ya ni me acuerdo qué escribí, en fin, saludos a todos los que me conocen.

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  5. Ja, si seré bestia; vengo a ver si respondieron mi queja (?) y caigo en que la dejé en cualquier otra entrada.

    Perdón, es que la falta de sueño está acabando con la poca capacidad de concentración que me queda.

    Abrazo.

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  6. Duerma, duerma. Ahora le respondo por el otro lado.
    ¡Abrazo!

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  7. A mí me hace pensar que con la pregunta sobre la policía quería ayudarla...No lo vamos a condenar al 5to círculo del Infierno ¿O se entiende otra cosa que no estoy percibiendo? La primera vez que la viste ¿no pensante en cómo podías ayudarla?

    La cuestión me pone autoreferencial, aunque no quiera, y va más allá de ser lectora de La Divina Comedia. Cuento, brevemente: Hace unos meses una vecina llama por teléfono a la madrugada para avisar que un hombre con actitudes extrañas estaba en la puerta de entrada de mi casa.Pánico. Acto seguido, qué se hizo, se llamó a la policía y me pegué a la puerta para escuchar ya que desde las ventanas no llegaba a ver al tipo y... abrir la puerta, obviamente, me daba miedo. Escuchaba ruidos raros. Llegó la policía, y el diálogo me dejó helada... "señor, no puede dormir acá"; "señor, por favor, esto es una casa de familia, venga con nosotros que lo llevamos al refugio."; "señor, por favor, yo lo ayudo...saque los cartones."

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    1. Jajaja. No condeno a este muchacho por maldad alguna. Lo condeno por su ingenuidad. Creer que existe un espacio que asiste a la gente en las condiciones de esta mujer es algo ingenuo.

      Personalmente, no se me ocurre manera que esté a mi alcance de ayudar a esa mujer. No hay posibilidad de diálogo, porque es medio agresiva, suele ponerse a gritar.

      Hace un año, una noche, me detuve a hablar con un hombre que vivía en la calle, cerca de casa. Hablamos una hora y le di algunas cosas de comer y ropa. Y entre las cosas feas que me contó, me contó que los refugios (además de que tienen una capacidad limitada y no todas las noches lográs entrar) son como cárceles (palabras textuales de él), por la violencia que hay entre los usuarios. Él me dijo que, antes que ir a un refugio, prefería dormir en la calle, en algún lugar iluminado y transitado.

      Las instituciones que tiene el Estado para personas como la mujer esta, que se desnuda en la calle y se baña con agua imaginaria, son los loqueros. Y no son precisamente lugares de asistencia, sino más bien lugares de encierro para locos.

      Al hombre aquel con el que hablé esa noche traté de ayudarlo averiguando en refugios privados que tienen relación con iglesias. Son muy exigentes a la hora de permitir la entrada a gente nueva, sobre todo con los hábitos de beber alcohol y tomar drogas. Este hombre era alcohólico y, en el pasado, había sido adicto a la cocaína.

      Este hombre había obtenido un subsidio de vivienda y lo iba a cobrar en unos días. Era un dinero mensual para alquilar una habitación. Pero el dinero que le otorgaban era muy poco y lo único que había encontrado por ese valor era una pensión de Constitución que le daba miedo por el ambiente que había en el lugar. Así que había decidido devolverle el dinero a la asistente social.

      Averigüé los teléfonos de dos de esos refugios relacionados con iglesias. A uno de ellos fui a averiguar personalmente para después explicarle a él qué onda. Y encontré un teléfono en la calle de alquiler de habitaciones en casas de familia. Cuando volví a ver a este hombre, le pasé todos esos datos y le regalé un libro de Castaneda, porque en la anterior ocasión él me había dicho que era un autor que le gustaba. Y él me regaló una revista de historia de la National Geographic.

      Dejé de verlo en los lugares en los que solía parar. Fantaseo con que tal vez alguno de los datos que le pasé le sirvió para mejorar su situación. Pero tal vez, simplemente, se haya trasladado a otro lado o haya muerto.

      Ninguna de estas cosas hubiese sido posible sin la posibilidad del diálogo. Por eso, no se me ocurre, de momento, modo alguno de ayudar a esa mujer.

      Tremenda la historia que contás. Espero que la situación de los refugios para indigentes en La Plata sea mejor que la de acá y que el hombre que estaba en la puerta de tu casa haya dormido mejor esa noche de lo que lo hubiese hecho en la calle.

      ¡Abrazo y gracias por pasar!
      Siempre es un gusto leerte.

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  8. Creo que a mi "cuento" le faltó una parte. Plantear la idea de que, a pesar de que esa noche en mi casa nadie durmió por la culpa( obviamente) no culpamos (valga la redundancia) a la vecina por avisarnos. Ella lo habrá hecho, supongo, con toda su buena intención y tal vez, ni se dio cuenta de lo que hacía el hombre. Dicho esto, leo tu respuesta.

    A ver...Somos dos ingenuos, el muchacho dantesco y yo. Creo que quedó claro, que no entendía tu punto al leer la situación de la mujer. Uno siempre piensa en lo que debería ser ( como si viviéramos en...no sé..imaginá una ciudad con mayúsculas) Dejame pensar que en ciertos lugares, sí existe buena asistencia y que para comprobarlo no debo sumergirme en un cuento de hadas.

    Me encanta cómo ayudaste a ese hombre. Ojalá sean varios los que se comportan de esa manera con los más necesitados. Lamentablemente, a veces, la paranoia por la inseguridad y el miedo, no nos permiten actuar de manera completa y eso es algo que siempre,siempre, me recrimino. Saber que se puede ayudar más de lo ofrecido ( en situaciones que no vienen al respecto)

    Te mando un beso, en un rato pasa Dante con Virgilio y me llevan a recorrer lo desconocido.
    ¡Saludos, Guille! Gracias por la explicación.


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    1. ¡No tenés nada que agradecer!
      ¡Gracias a vos por pasar!
      Siempre es un gusto leerte.
      Abrazo.

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