miércoles, 11 de mayo de 2011

HISTORIA DE MI PENE (Parte 6)

   Consultorio del Doctor Ropero. Revisación médica de rutina. Ahí estoy yo, disimulando el pánico. Habiendo ocultado mi secreto durante meses; pero sabiendo que, a pesar de que no es el tema de la consulta, el Doctor Ropero va a querer ver mi «pistola».
   Abrí la boca. Sacá la lengua. Sacate la remera. Estás flaco. Sentate acá. Respirá profundo. Ahora por la boca. Decí treinta y tres. Tosé. Sacate las zapatillas y el pantalón. ¿Hongos? No. Parate en la balanza. Estás pesando muy poco. ¿A ver cuánto medís? Tendrías que estar pesando, por lo menos, cinco o siete kilos más. ¿Vas bien de cuerpo? Tenés que hacer algún deporte. Bueno, listo.

   ¿A ver la pistola?

   Cámara lenta. Me bajo el calzoncillo.

   Tirala para atrás.

  Dos fuerzas antagónicas. El miedo a tirar de mi pito hacia atrás. La figura imponente del Doctor Ropero. Yo pequeño. Entre el foso y los lobos.
   Acato la orden.
   Un leve tirón. Casi no duele.
   Sin embargo, una sensación de horror.

   Bien, pero hay que lavarse mejor la pistola. Eso blanco que se te junta ahí, esa ricota, puede hacer que se te infecte. ¿Entendés?
   Asentí.
   Listo, podés vestirte.
  Me agacho para levantar mi pantalón. Cuando me incorporo, todo se oscurece.
   ¿Te sentís bien? Estás pálido.
   …
   Sentate en el piso. Recogé las piernas. La cabeza entre las rodillas. Yo te voy a empujar la cabeza para abajo, vos empujá para arriba.
   Vomito.
  Tranquilo, después la chica lo limpia. Tenés que alimentarte mejor y hacer algún deporte, flaquito.

7 comentarios:

  1. Cada vez que escribís sobre las visitas al Doctor Ropero, me da frío en el cuerpo. Ese frío que te da cuando estás siendo revisado por un doctor. Hasta el olor a hospital se me viene encima. A Ropero lo imagino con una cara de chanta impresionante.

    En cuanto a tu pregunta sobre el Sirviñaco, te cuento que sí, es lo mismo. Cuándo llegó el clero católico, se hizo cargo sin culpa alguna de esa costumbre y decidieron llamarla concubinato.

    Paso la semana que viene, ¡un abrazo!

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  2. ¡Acá había un comentario! ¡A mí no me cagan!
    ¿Quién se arrepintió y lo borró antes de que yo pueda leerlo?
    ¡Saludos y gracias por pasar, visitante arrepentido!

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  3. jajajaja, entré para ver qué te habían comentado y para decirte que la historia cada vez se vuelve más intrigante y me encuentro con tu comentario, me hiciste reír, quería que lo supieras.
    un beso, g!

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  4. Leo tu historia y las entregas son a cuenta gotas...Igual aca estoy firme! Me encariñe con tu pene

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  5. c.: Jejeje... Ya descubrí quién fue el desertor, el visitante arrepentido. O tal vez haya sido un error de blogspot, no lo sé. Por las dudas lo mantendré en el anonimato y le responderé en su propio blog.
    ¡Me alegro de haberte hecho reír! ¡Es muy lindo que lo hagan reír a uno! ¡Y hacer reír a otro! Sobre todo cuando uno ha sido actor, como yo, y en el fondo es medio narcisista y exhibicionista. Y es muy lindo que me lo hagas saber.
    La historia se resuelve en un par de entregas.
    ¡Otro beso, c., y gracias por pasar!

    MeRi: Hace un rato, justamente, estaba pensando escribirte al Facebook. Tené paciencia. Esta historia es como los viejos folletines. Es un honor tu fiel presencia. Y nos hacés sonrojar con lo del cariño a mi pene. A él y a mí.
    ¿Y para cuándo esas historias sobre tu clítoris? No esperemos a la próxima revolución feminista.
    ¡Saludos y gracias por pasar!

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  6. en serio lo de actor? qué curioso, yo ando en lo mismo, aunque no me llamaría actriz, pero me interesa el mundo del teatro y tomo clases de actuación. por qué fuiste y ya no más?

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  7. Bueno, empecé a tomar clases como hobby en el 2001; pero luego me comencé a «enamorar» del asunto y le comencé a dedicar cada vez más tiempo. Representé, en total tres obras de teatro. Sin contar las muestras del taller, que no eran nada serio. De las tres obras, terminé muy conforme con dos, sobre todo con una. La última fue un fiasco, por distintas razones.
    Después me empezó a pesar el hecho de tener abandonado el dibujo, a lo cuál me siento más profundamente ligado. Así que ahora estoy tratando de ver si puedo dedicarle más tiempo a eso. Por eso, al menos por el momento, he abandonado el teatro. Descubrí que no es posible dedicarse a ambas disciplinas (al menos para mí) si pretendés hacerlo en serio, comprometidamente y a full.
    Ahora contame vos. ¿Hace cuánto estás tomando clases de teatro y qué tal te está yendo?
    Beso.

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